domingo, 31 de diciembre de 2017

Evangelio Domingo de la Sagrada Familia

Lectura del Santo Evangelio según san Lucas (2,22-40):

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: "Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones". Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

sábado, 30 de diciembre de 2017

NAVIDAD ES FAMILIA. Por Javier Leoz

1.- Cuando, mucho se habla de algo, es porque se valora. La Sagrada Familia, escasamente suscitaría interés alguno en aquel momento histórico donde la situamos. ¿A quién iba afectar tres personajes pobres y humildes, sin más trascendencia que unos signos que, unos simples pastores o unos legendarios reyes, decían haber oído o visto?

Siglos después, aún siendo bandera discutida por algunos, vemos que, la familia, aporta –además de amor- seguridad y paz a nuestra sociedad, equilibrio a las personas, transmisión de valores a los que la cuidan la alimentan y la potencian.

Algo de bueno tiene que tener la familia cuando, hasta el mismo Dios, decidió nacer en medio de ella.

No nacemos aprendidos. Todos necesitamos de unos puntos que den consistencia a nuestra madurez afectiva, social, económica y también religiosa. Precisamente por ello, la Sagrada Familia, se convirtió en ese lugar idóneo donde Jesús –además de la inspiración divina- bebería los primeros sorbos del amor a Dios; sentiría los primeros coletazos de la muerte de los más allegados a su familia; aportaría su trabajo y su dinamismo para que, aquella singular y sagrada casa, siguiera adelante.

A Jesús lo vemos tan perfecto y tan “señor” que, sin darnos cuenta, podemos correr el riesgo de desgajarlo o separarlo de una bonita realidad: nació, creció, vivió, trabajó y perteneció a una familia formada por José, María y El mismo.

Y, entre Navidad y Año Nuevo, puede que esta fiesta pase desapercibida. Pero, en muchos hogares cristianos, es la estampa más codiciada, querida y expuesta con motivo de la Navidad: en Belén no puede faltar Jesús, José y María.

Eran tres pero, en el amor, eran todo uno. Ese es el secreto que le hace a una familia salir de sí misma y triunfar: el amor.

Eran tres pero, desde el amor, formaban una sola realidad. Esa es la grandeza del Misterio de Belén. El amor es capaz de fusionarlo todo.

Eran tres pero, por amor, supieron dar cabida a una mano misteriosa que guió desde el principio hasta el fin, las aventuras y desventuras, avatares y gozos, idas y venidas de esta familia.

2.- Hoy, al divisar a la Sagrada Familia, tenemos que reconocer que supone una interpelación, una denuncia seria a nuestra sociedad y a nuestro mundo. No estamos acostumbrados a cimentarlo todo en el amor; los intereses y los individualismos, los caprichos y el deseo de conocer “algo más”, el afán de tener o la impaciencia, la falta de amplitud de miras o el salvaguardar la fidelidad son aspectos, entre otros, que ponen en peligro muchas parejas que decidieron unirse para siempre pero que se quedaron a mitad de camino.

Por ello mismo, la Sagrada Familia, es un ejemplo para animar a tantos amigos nuestros, a tantos vecinos y conocidos nuestros para que sigan progresen en ese empeño. Por más que se empeñen en vender lo contrario, son muchos más los jóvenes, los mayores, los matrimonios que siguen adelante que –aquellos otros- que han visto truncado su amor. Pero, la familia feliz, por lo visto no interesa. O, tal vez, la familia feliz “no vende” primeras páginas en los periódicos, televisión, revistas de corazón o radio. Esto, de todas formas, no es nuevo. Tampoco, la Sagrada Familia, interesó en su momento.

La Sagrada Familia es un ejemplo de cómo hay que enfrentarse a las dificultades, a las soledades, a las pruebas, a los sufrimientos.

3.- La Sagrada Familia es un canto a la sencillez y la confianza en el otro. José se fió de María; María confió en José y Jesús se fió y confió en los dos.

Una de las cosas que más me impresionan de esta “original familia” es que se dejaron guiar al cien por cien por Dios.

Los que estamos, día a día, en la primera línea de la evangelización, vemos el drama que supone detectar como, la familia, no es cadena de transmisión del valor de la fe.

La asignatura pendiente de la coyuntura actual, por lo menos a nivel pastoral, es el despertar en nuestras familias el gusto, el apetito, el orgullo por las cosas de Dios. Con razón, alguien ha dicho, que o la familia interviene en el futuro de la fe, o será difícil que las generaciones del mañana conozcan a ese Jesús que nació en Belén y que tantas pasiones, música, escritos, arte y poemas, en su nombre, han salido a la luz.

El deseo de familia está vivo. Por Monseñor Demetrio Fernández

«El deseo de familia permanece vivo, especialmente entre los jóvenes, y esto motiva a la Iglesia». Como respuesta a ese anhelo «el anuncio cristiano relativo a la familia es verdaderamente una buena noticia». 

Con estas palabras comienza el Papa Francisco su exhortación apostólica Amoris laetitia (AL), dedicada al amor humano en la familia. Hay crisis, ciertamente, en este y en tantos campos en este cambio de época. Pero el amor humano es precioso y el Evangelio tiene una buena noticia para ese amor humano que se vive en familia. ¿Cuál es esa buena noticia?

En primer lugar, que Dios vive en familia, Dios es familia. Son tres personas –Padre, Hijo y Espíritu Santo- que se llevan maravillosamente, todo lo tienen en común.El Dios que nos ha revelado Jesucristo no es un Dios solitario y aburrido, lejano, inaccesible. No. Es un Dios amor, familia, comunión, cercanía, que ha abierto su círculo más íntimo para hacernos partícipes de esa felicidad a todos los humanos. Todos -sea cual sea nuestra situación, nuestra condición- tenemos un lugar en el corazón de Dios. Nadie se sienta excluido porque Dios lo ha traído a la existencia para hacerle experimentar ese amor eterno e infinito de Dios, para hacerle feliz.

Y a su imagen, Dios ha creado al hombre, «varón y mujer los creó» (Gn 1,27). «La pareja que ama y genera la vida es la verdadera «escultura» viviente capaz de manifestar al Dios creador y salvador» (AL 11). Cuando la ideología de género afirma que no hay diferencia entre el varón y la mujer y que cada uno puede elegir para sí lo que quiera en este orden de cosas, está ignorando esta realidad honda de la persona humana, que tiene arraigo bilógico, existencial e incluso religioso. Ninguna persona debe ser discriminada por su orientación. Todos tenemos un lugar en el corazón de Dios y de Dios nos sentimos amados, sean cuales sean las condiciones de nuestra vida. Pero ese Dios que nos ama ha trazado un plan para de felicidad del hombre, y nosotros los humanos no podemos enmendar la plana a Dios.

«La ideología de género –recuerda el Papa Francisco- niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Ésta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer… No caigamos en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don» (Papa Francisco, Amoris laetitia, 56). He aquí uno de los retos más importantes en el campo de la familia hoy.

Y junto a esto, el invierno demográfico, es decir, los pocos niños que nacen en España. Llevamos décadas con uno de los índices más bajos del mundo en la natalidad, y este dato está pasando factura ya a nuestra sociedad. Si una sociedad no es capaz de transmitir la vida a la generación siguiente, es una sociedad que fracasa en una de sus tareas fundamentales. Son muchos los factores que concurren en este cataclismo, no depende sólo los esposos. Están las autoridades con sus planes de gobierno y de ayuda a las familias en todos los aspectos, está la sociedad entera con su mentalidad a favor o en contra de la vida. ¿Qué programa de gobierno será capaz de estimular a los esposos a ser generosos en la transmisión de la vida? Y en la tarea educativa que le acompaña.

La Sagrada Familia de Nazaret –Jesús, María y José- se nos presentan hoy como modelo de convivencia, donde el amor es el clima de relación de todos sus miembros. Pedimos hoy al Señor por nuestras familias, agradecemos a Dios haber nacido y crecido en una familia. Apoyemos todos la familia, que sigue siendo el nido del amor y el ámbito más valorado hoy en nuestros contemporáneos. Si nos acercamos un poco más al proyecto de Dios, seremos más felices en este campo tan vital de la familia.

viernes, 29 de diciembre de 2017

Carta del Sr. Arzobispo

Las varias navidades

No hay varias navidades, porque sólo hay una verdaderamente cristiana, aunque haya tantas formas de vivirla. Cuando en nochebuena estuve en la cárcel de Villabona toda la mañana del 24 de diciembre, o cuando esa misma noche repartí la cena en la Cocina económica de Oviedo, eran dos escenarios bien diferentes a las navidades que yo recordaba de mi infancia, la que vivo con las parroquias y con la gente que Dios pone en mi responsabilidad pastoral.

Se nos agolpan los mil recuerdos de tantas navidades que hemos ido viviendo a través del paso del tiempo, con tantos escenarios delante de nosotros, con tantos paisajes por dentro. La liturgia de este tiempo insiste en un adverbio de tiempo: “hoy”. Hoy os ha nacido un Salvador, dijeron los ángeles mensajeros a aquellos pastores adormilados en sus majadas. Hoy es también la fecha que tiene los años de mi edad, hoy es igualmente la circunstancia que me rodea con toda su carga de fatiga, cansancio, interrogantes con los que nos astillamos, así como de ilusiones, esperanzas y regalo con los que la vida nos gratifica. Hoy es la gran prueba de si hemos entendido el significado de la Navidad como algo que me corresponde a mí, a lo que yo soy ahora, a cuanto me arruga y aplana y a cuanto me alegra y esperanza. De lo contrario, estaremos celebrando la Navidad simplemente porque toca celebrarla por el imperativo de un calendario y la inercia de las usanzas, pero no porque sea el abrazo inaudito e inmerecido de un Dios que, haciéndose hombre nacido de María Virgen, quiere hospedarse en mi casa, esa que tiene el domicilio de mis cosas buenas y malas, y la época coincidente con la edad que me gasto.

San Juan nos refiere al comienzo de su Evangelio con estremecedoras palabras, qué es lo que hizo el Hijo de Dios: “la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros” (Jn 1,14). Una imagen que muy bien podría comprender aquel Pueblo que sabía a lo largo de su historia lo que significa vivir a la intemperie y cobijarse en una tienda. La tienda era para el pastor, para el peregrino, para el viajante... un lugar de reposo, de restablecimiento de las fuerzas desgastadas.

Dios es el que ha querido “acamparse” en el terruño de todas nuestras intemperies, enviando a su propio Hijo como una tienda en la que poder entrar para cobijarnos de todos los descobijos pensables. Dios ha cambiado de dirección viniéndose a nuestro barrio, a nuestra casa. Pese a todos los nobles esfuerzos de hacer un mundo nuevo y una Iglesia renovada, constatamos nuestra incapacidad para diseñar un mundo que sea por todos habitable, en el que las sombras de guerras, insidias, mentiras, corruptelas, tristezas, injusticias, muertes... no eclipsen el fulgor por el que sueña nuestro corazón.

Un Dios hecho niño que tendrá que aprender nuestra lengua y nuestros gestos para contarnos una Buena Noticia que no caduque, ni dependa de las urnas de nuestros enjuagues ni de las bolsas cambiantes de nuestras crisis económicas. Como los pastores, dejémonos asombrar por los ángeles enviados de hoy, y vayamos a adorar al Niño Dios, siendo sus testigos en medio de nuestro mundo. Sólo así podemos cantar en verdad el más bello villancico, que tiene la música de los ángeles y la letra de nuestros avatares cotidianos. En el pentagrama de la vida, Dios quiere ayudarnos a interpretar la música y la letra de la cantata que compuso para nosotros. Nuestro viejo tambor, las campanas de estos días, las guirnaldas y el turrón, los encuentros de familia y el sencillo deseo de un mundo mejor, hace que nos felicitemos con sabor a estreno porque Dios lo posibilitó. Feliz Navidad cristiana.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

Orar con el Salmo del día











Sal 95,1-2a.2b-3.5b-6

R/. Alégrese el cielo, goce la tierra

Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.

El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. 

jueves, 28 de diciembre de 2017

Los Santos Inocentes

Los Santos Inocentes: De acuerdo a un relato del Evangelio de san Mateo (2, 13-13), el Rey Herodes mandó matar a los niños de Belén menores de dos años al verse burlado por los magos de Oriente que habían venido para saludar a un recién nacido de estirpe regia.

A partir del siglo IV, se estableció una fiesta para venerar a estos niños, muertos como "mártires" en sustitución de Jesús. La devoción hizo el resto. En la iconografía se les presenta como niños pequeños y de pecho, con coronas y palmas (alusión a su martirio). La tradición oriental los recuerda el 29 de diciembre; la latina, el 28 de diciembre.

La tradición concibe su muerte como "bautismo de sangre" (Rm 6, 3) y preámbulo al "éxodo cristiano", semejante a la masacre de otros niños hebreos que hubo en Egipto antes de su salida de la esclavitud a la libertad de los hijos de Dios (Ex 3,10; Mt 2,13-14).

En nuestro tiempo continúa la masacre de inocentes. Millones son masacrados por el aborto, millones más mueren abandonados al hambre... ¿Qué haces?.

Una voz se escucha en Ramá: gemidos y llanto amrgo: Raquel está llorando a sus hijos, y no se consuela, porque ya no existen" -Jr 31,15.

Te rogamos, Señor…
· Te pedimos padre por todas las personas aquí presentes que de una u otra forma colaboran en esta lucha por la defensa de la vida desde el momento de la concepción hasta su muerte natural. Dales la gracia, el valor y la fortaleza necesaria para vivir y trabajar diariamente según tu Santa Voluntad.

Un tesoro para Navidad, por Fidel García Martínez

En plena Navidad, tiempo de plenitud de la esperanza, Benedicto XVI, durante su breve pero eficaz pontificado, nos regaló no sólo a los fieles católicos, sino a todos los hombres y mujeres de buena voluntad un tesoro de sabiduría de plena actualidad, para transitar por este mundo en tiempos tan confusos y desesperanzados por un futuro que algunos ven como oscuro y sin sentido. La encíclica “Spe salvi” –SALVADOS POR LA ESPERANZA- es una apuesta por volver a analizar la esperanza fundada en Cristo después de la crisis de todas las ideologías totalitarias y utópicas que en nombre de la revolución y del paraíso en la tierra han empujado a Europa en particular al nihilismo existencial postmoderno y pesimista, por el que la Historia ha perdido sentido y el hombre vive instalado en la alienación como forma de existencia cotidiana desesperada.

Para el Papa existe una esperanza fiable con la que afrontar el presente, aunque sea fatigoso y vivir esperando una realidad definitiva que no puede ser el aquí y ahora, sino que se basa en Jesucristo, quien no sólo es el Buen Pastor, sino el verdadero Filósofo que nos indica con su Vida, Pasión, Muerte y Resurrección qué es y dónde está la Vida.

Desde este perspectiva cristiana, el Papa establece un diálogo que las ideologías de la modernidad, muy especialmente con la utopía marxista.

En efecto para Benedicto XVI, Marx es el referente obligado para entender los procesos revolucionarios de la modernidad, que tuvieron como paradigma el modelo soviético y que hoy perdura de forma contradictoria en China con su doble moral política y económica. El gran error del Marxismo de todos los tiempos, con su teoría del cambio revolucionario, que tanto fascina hoy a los herederos tardoburgueses de cierta izquierda progre española, está no en cómo lograr el cambio, sino en cómo se había de proceder después. Las suposiciones de Marx sobre la expropiación de la clase dominante, con la caída del poder político y con la socialización de los medios de producción, se establecería el paraíso comunista, que para Marx como descendiente de judíos ortodoxos sería la Nueva Jerusalén.

Con la profundidad de gran pensador y máximo teólogo, el Papa descubre el gran error de todos los marxismos pretéritos, y los presentes del S.XXI. Marx no quiso o no pudo ordenar jurídicamente el tiempo posterior a la revolución, porque la fase intermedia entre la revolución y el paraíso proletario, la conocemos muy bien en sus consecuencias terriblemente desoladoras. Además Marx, no quiso saber nada de la libertad humana. Como afirma el Santo Padre, el hombre siempre es libre, incluso para el mal. Además Marx fantaseó con el materialismo, como lo hace el liberalismo capitalista, al pensar que el hombre es sólo un producto de las condiciones económicas y que satisfechas éstas la esperanza está colmada.

El Papa al someter a una crítica rigurosa, pero caritativa, las utopías inmanentes de la postmodernidad, obliga a los cristianos a replantearse el sentido de su Esperanza que no es una huida de las realidades terrenas, sino un compromiso vital y existencial con las mismas y que no tiene un sentido individualista sino comunitario y solidario. La esperanza sólo es verdadera y total –afirma el Papa- cuando está fundamentado en Dios, pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo a cada uno en particular y a la Humanidad en su conjunto. El Reino de Dios no está en un más allá imaginario que nunca llega; su Reino está presente allí donde su amor nos alcanza. ESO ES NAVIDAD.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

El Papa denuncia la desnaturalización de la Navidad por un falso respeto a quien no es cristiano

(Vaticannews) En primer lugare, el Pontífice dirigió su mirada al pesebre y en particular a la liturgia de estos días, que nos hicieron volver a vivir el día del nacimiento de nuestro Salvador.

A partir de allí, y siempre con el corazón y la mente en el significado más profundo del nacimiento de Cristo, el Obispo de Roma reflexionó sobre una realidad de nuestros días, a saber, la «desnaturalización», de la Navidad:

«Dedico la catequesis de hoy a reflexionar sobre el significado de la Navidad. En nuestros días, estamos asistiendo a una especie de «desnaturalización» de la Navidad. En nombre de un falso respeto ante quien no es cristiano, muchas veces se esconde la voluntad de marginar la fe, eliminando todo tipo de referencia al nacimiento de Jesús. Sin embargo, el verdadero sentido de estas fiestas se encuentra en Jesús, es Él quien da sentido a todo lo que celebramos».
Sin Jesús no hay Navidad

Esta desnaturalización de la Navidad que, como observó el Papa, «se da particularmente en Europa», «en nombre de un falso respeto que no es cristiano», y que «a menudo esconde la voluntad de marginar la fe», hace por una parte que sí, sea una fiesta, «pero no es la Navidad», porque no está en el centro Jesús. Si en el centro está Jesús –explicó Francisco- , también todo el contexto, a saber, las luces, los sonidos, las distintas tradiciones locales, incluidos los alimentos característicos, convergen para crear la atmósfera de la fiesta.

Si recibimos a Jesús nos convertimos en don para los demás

«Nosotros, como los pastores del Evangelio, estamos llamados a buscar la verdadera luz que es Jesús, que es el don de Dios a la humanidad que se encuentra inmersa en la oscuridad de la noche. Cuando acogemos a Jesús en nuestras vidas, nos convertimos en un don para los demás».

En este mismo punto, en su catequesis en italiano, el Santo Padre profundizó en esa «luz que es Jesús», describiendo y volviendo a repasar el sorprendente modo en que nuestro Salvador se muestra al mundo: «nace de una pobre joven desconocida, que lo da a la luz en un establo, con la única ayuda del marido. El mundo no se da cuenta de nada, pero los ángeles en el cielo – que saben de esto - exultan». Así es como Jesús se presenta también a nosotros, como el don de Dios para la humanidad. Y por este motivo -explicó Francisco - nosotros los cristianos nos intercambiamos regalos, porque el verdadero don para nosotros es Jesús y, como Él, queremos ser donpara los demás.

La humanidad prefiere la oscuridad

Lamentando, con otras palabras, el hecho de que aun hoy, «a menudo la humanidad prefiere la oscuridad», porque sabe «que la luz revelaría todas las acciones y pensamientos que harían enrojecer o remorder la conciencia», el Santo Padre explicó el significado de acoger el don de Dios que es Jesús, que es «volverse cada día un don gratuito para quienes se encuentran en nuestro mismo camino».

Su Santidad citó luego al gran pregonero de Jesucristo, san Pablo, en su carta a Tito, cuando escribe que la gracia salvífica de Dios se manifestó, «enseñándonos a renunciar a la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad», para subrayar que la encarnación de Cristo, nos ha abierto el camino de la vida nueva, que debe estar fundada no en el egoísmo, sino en el amor.

Con los pequeños Dios quiere construir un mundo nuevo

«Jesús viene a este mundo y los primeros destinatarios de su venida son los pequeños y despreciados, con los que establece una amistad que continúa en el tiempo. Con ellos, en cada momento, Dios desea construir un mundo nuevo en el que no haya más personas rechazadas, descartadas ni maltratadas».

El Romano Pontífice destacó asimismo un aspecto importante de la Navidad, y es que en ella podemos ver cómo la historia humana es «visitada» por la historia de Dios: «Dios involucra a aquellos que, confinados a los márgenes de la sociedad, son los primeros destinatarios de su don», dijo. Estas personas en el pesebre están representadas por los pastores de Belén: a ellos «se les apareció una gran luz» (Lc 2,9-12), que los condujo a Jesús; y «con ellos en todos los tiempos, Dios quiere construir un mundo nuevo, en el que no haya más personas rechazadas, maltratadas e indigentes». «Ellos eran los emarginados, los mal vistos, los despreciados». Y sin embargo, a ellos se les apareció primero Jesús.

Necrológica Diocesana

Falleció en el día de ayer el sacerdote diocesano
Rvdo. Sr. D. Ángel Obeso Ruenes

Nacido en Posada de Llanes el 24 de septiembre de 1926. 

Ingresó en la Orden de Predicadores donde profesó y fue ordenado el 22 de noviembre de 1952. 

Se incardinó en la diócesis por decreto del 11 de abril de 1981. 

Sus encomiendas pastorales fueron las siguientes: 

 –Coadjutor de Santa María la Mayor de Pravia (1968-1981).

–Encargado de San Cosme de Corias (Pravia) (1973-1980)

–Regente de Santa Eulalia de Ardisana - Llanes y filial Nuestra Señora de Callejos (1981-1986)

–Encargado de San Juan de Caldueño - Llanes (1981-1986)

–Encargado de Santa Eugenia de Meré - Llanes (1981-1986)

–Miembro del Consejo Presbiteral (1982-1985)

–Párroco de Santa Eulalia de Ardisana - Llanes (1986)

–Párroco de San Juan de Caldueño - Llanes (1986)

–Párroco de Santa Eugenia de Meré - Llanes (1986)

–Párroco de San Jorge de Nueva - Llanes (1986-1997)

–Párroco de San Pedro de Pría - Llanes (1986-2006)

–Teniente-arcipreste de Llanes (1988-1994)

–Párroco de San Julián de Los Carriles - Llanes (1988-1997)

En el año 2006 pasó a la situación de jubilado fijando se residencia en el Colegio Don Orione de los religiosos de la Pequeña Obra de Misericordia en su pueblo natal de Posada de Llanes. Aquí vivió y colaboró mientras las fuerzas se lo permitieron. Delicado de salud ingresó en la Casa Sacerdotal Diocesana de Oviedo dónde ha residido estos últimos años.  

D. E. P.

Su funeral tendrá lugar mañana jueves, a las 10 h. en la capilla de la Casa Sacerdotal, presidida por Mons. Jesús Sanz. A continuación se trasladarán sus restos mortales hasta su parroquia natal, Posada de Llanes, donde tendrá lugar otra eucaristía a las 12,30 h. por su eterno descanso.

‘’Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado’’. (Sal 50, 3-4)

martes, 26 de diciembre de 2017

Belenes de Asturias

OVIEDO

Basílica de San Juan el Real
Belén de Trascorrales (Asociación Belenista de Oviedo)
Parroquia de Nuestra Señora de Covadonga - Teatinos
Parroquia San Melchor - Vallobín
Parroquia San Pedro de los Arcos
Parroquia Nuestra Señora del Carmen - Carmelitas


GIJÓN

Belén Asociación Belinista de Gijón, Exposición Belenes del mundo y Dioramas, FMC. Sala nº1 Antiguo Instituto. Horario: Lunes a sñabado de 11:00 a 14:00 horas y de 18:00 a 21:00 horas
Belenes Asociación Belenista de Gijón, Pueblo de Asturias (Casa de los Hevia)
Belén del Sanatorio Marítimo
Parroquia San Félix de Porceyo
Parroquia San Andrés de la Pedrera
Parroquia San Miguel de Serín
Parroquia San Julián de Somió
Residencia de Ancianos Santa Teresa Jornet de Somió
Parroquia de la Asunción -El Bíbio
Parroquia del Corazón de María (CODEMA)
Parroquia San Nicolás de Bari - El Coto
Parroquia de San Pedro Mayor
Parroquia de San José
Parroquia de San Lorenzo
Parroquia del Espíritu Santo (C/ Magnus Blistak)
Parroquia San Miguel - Pumarín
Parroquia San Julián de Roces
Parroquia San Andrés de Ceares
Parroquia Nuestra Señora de Begoña (Carmelitas)
Parroquia de San Emiliano de Vega
Parroquia de San Martín de Huerces
Parroquia de San Andrés de los Tacones
Belén del Jardín botánico atlántico (entrada libre)

ASTURIAS

Centro comercial Intu Asturias (Antiguo Parque Principado) Lugones - Siero
 (Realizado por la Asociación Belenista de Gijón)
Belén de Navia. Telefonos de contacto: 985631350 y 647425288
Zardaín (Navelgas) Telefonos de contacto: 985806341 y 645408034
La Caridad - El Franco (Antigua Cámara Agrícola)
Parroquia Santiago de Boal
Belén de Grado
Avilés: C/ Llano Ponte
Sabugo: Avilés
Trasona: Avilés
Parroquia de San Félix de Candás
Albandi - Carraño (Centro de Iniciativa Rural)
Parroquia Santa Eulalia de Ujo - Mieres
Agones - Pravia (Belén asturiano)
Parroquia Santa Mª Magdalena de Ribadesella
Real Santuario de Covadonga
Ayuntamiento de Cangas de Onís (Asociación Belenista de Gijón)
Parroquia Santa María de Cangas de Onís
Asilo de Cangas de Onís
Parador Nacional San Pedro de Villanueva
Asilo de Pola de Siero
Parroquia San Antonio de Infiesto
Parroquia de Colombres
Belén de Colunga
Parroquia Santa María de Sabada - Lastres
Fundación Cardín - Villaviciosa
Parroquia Santa Eulalia de Carda - Villaviciosa
Belén de Melquiades - Vallinaoscura (Valdediós)
San Miguel de Arroes - Villaviciosa

San Esteban, protomártir

Esteban era de origen judío. El vocablo esteb significa corona. Por ello su nombre significa coronado. Dios honra su nombre coronando su vida con el martirio. Se le llama protomártir porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.

La Sagrada Escritura se refiere a él por primera vez en los Hechos de los Apóstoles, cuando fue elegido como uno de los siete diáconos. Las circunstancias de su martirio indican que la lapidación de san Esteban no fue un acto de violencia de la multitud, sino una ejecución judicial.

La fiesta de san Esteban siempre fue celebrada inmediatamente después de la Navidad para que, siendo el protomártir, estuviese lo más cercana a la del nacimiento del Hijo de Dios. Antiguamente se celebraba una segunda fiesta de san Esteban el 3 de agosto, para conmemorar el descubrimiento de sus reliquias, pero por un Motu Propio de Juan XXIII, el 25 de julio de 1960, esta segunda fiesta fue suprimida del Calendario Romano.

San Esteban es patrono de Sallent (Barcelona – España). En la iglesia parroquial de Sallent tenía una capilla construida en 1419. Claret nos cuenta en su Autobiografía que el primer sermón que hizo, después de ser ordenado presbítero, fue el panegírico del santo Patrón de la población (cf. Aut 103). Al parecer, se celebraba allí la fiesta de san Esteban el 13 de septiembre de 1835.

En particular san Antonio María Claret menciona a san Esteban cuando narra, en la Autobiografía, su experiencia de victoria sobre la tentación contra la castidad. Después, en su ordenación de diácono, en 1834, entendió aquella presencia de san Esteban, no solo como patrono, sino como modelo de identificación vocacional que le mostraba su futura misión de vencedor de los poderes del mal. Más aún, san Esteban le indicaba que su lucha no sería ya solo contra la carne, sino contra todo mal.

(www.claret.com)

lunes, 25 de diciembre de 2017

Desde el Vaticano


Deseos y sueños de Navidad

San Francisco le pedía al Señor y para todos ''ser instrumento de tu paz''. Esta Navidad podemos hacer el propósito de ser instrumentos de paz en la tormentas de la vida, personales, familiares y sociales: ''et in terra pax hominbus bonevoluntatis''

Seamos piadosos, no sólo de cara a Dios sino también en lo que respecta a las personas y animales. Usemos y "entrenemos" en este tiempo la misericordia que nos gustaría que ejercieran sobre nosotros y cuidemos también la preciada de la naturaleza que el Creador dejó a nuestro cuidado.

Que en este tiempo único hagamos el esfuerzo grande de buscar la forma de cerrar tantas heridas abiertas que vamos dejando en nuestro caminar Ojalá que todo adversario o antagónico, aunque no pueda ser amigo, al menos no sea enenmigo. Es buen mometo para quemar listas negras y zanjar cuentas pendientes. Que la ternura con sonrisa infantil que nace en Belén sea capaz de ablandar hasta al corazón más duro y rebelde.

De cara a esta Navidad os invito y propongo llevar a cabo algunos gestos tan sencillos como especiales:

Uno. Que de tanto bueno que llegará a nuestra casa, al menos "algo" llegue al que no tiene. No me refiero a colaborar (como ha hecho ya mucha gente) con Cáritas parroquial. Cada persona y familia sabe bien a quién puede ayudar y cómo. Un caso puede ser un anciano sólo que espera una visita; otro que quizá nos ha sobrado mucha comida y sabemos de alguien que...; es decir,  contribuir a que en esta Navidad el mundo pueda ser un poquito mejor con nuestro granito de arena.

Dos. Son fechas éstas en las que se realizan muchísimas compras: los alimentos para cenas y comidas, adornos, regalos, detalles, ropa para estrenar, dulces...
La Iglesia y los sacerdotes siempre nos pasamos la vida y las navidades pidiendo que no se gaste en exceso o que se haga con medida, pero esta vez me atrevería a pedir que lo que se gaste se haga repercutiendo en favor del pequeño comercio. Que nos acordemos del comercio local, que es el que más necesita en estas fechas de nuestras compras, aunque lo más cómodo pueda ser ir  un centro comercial. En estos últimos días se ha incrementado en nuestra localidad "el boom" del comercio asiático; no voy a decir yo que eso sea malo, pero creo que hay familias lugoninas con sus tiendas de toda la vida que tienen lo mismo -e incluso mejor y más "nuestro"- a las que haríamos un grandísimo y solidario favor prefiriendo el "made in spain"  que el "made in china".

Que el Niño Dios que se hace hombre para nuestra salvación bendiga en estas fechas todos los hogares de Lugones: a los creyentes y a los ateos, a los de una religión u otra y a los que viven en la pobreza; a los niños que no tendrán "reyes" y a los ancianos que tampoco y estarán solos. A los que no tendrán una Navidad como la nuestra o la vivirán en los hospitales o en Tanatorios en fechas señaladas, o a los que ya lo hicieron recientemente y para los que todo ya es diferente... por todos y cada uno de ellos mi recuerdo y oración sincera en la Misa de Medianoche.

De todo corazón, ¡FELIZ NAVIDAD!

Joaquín, párroco

domingo, 24 de diciembre de 2017

Noche de silencio. Por Raniero Cantalamessa

El Evangelio de la segunda Misa de Navidad, llamada «de la aurora», nos muestra con los pastores y con María cuál debe ser nuestra respuesta y nuestra actitud ante el pesebre de Cristo. Los pastores personifican la respuesta de fe ante el anuncio del misterio. Dejan «sin demora» su rebaño, interrumpen su descanso; todo pasa a un segundo plano frente a la invitación de Dios; María personifica la actitud contemplativa y profunda de quien, en silencio, contempla y adora el misterio: «María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón».

Existen verdades y acontecimientos que se pueden acoger mejor con el canto que con las palabras, y uno de ellos es precisamente la Navidad. El canto navideño más popular en Italia es Tu scendi dalle stelle [Desciendes de las estrellas], compuesto por San Alfonso María de Ligorio. La Navidad nos aparece en él como la fiesta del amor que se hace pobre por nosotros. El rey del cielo nace «en una gruta en el frío y en el hielo»; al creador del mundo «le faltan paños y fuego». Esta pobreza nos conmueve, sabiendo que «te hizo amor más pobre», que fue el amor el que hizo pobre al Hijo de Dios. Con palabras sencillísimas, casi infantiles, se expresa el significado de la Navidad que el apóstol Pablo encerraba en las palabras: «Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza» (2 Co 8,9).

Hay infinitas formas de pobreza que, al menos una vez al año, vale la pena recordar, para no quedarnos siempre en la pobreza de los bienes materiales. Existe la pobreza de afectos, la pobreza de educación, la pobreza de quien ha sido privado de lo que le era más querido en el mundo, la pobreza de la esposa rechazada por el marido o del marido rechazado por la esposa; la pobreza de los esposos que no han podido tener hijos, de quien debe depender físicamente de otros. La pobreza de esperanza, de alegría. Finalmente la peor pobreza de todas, que es la pobreza de Dios.

Existen pobrezas, propias y ajenas, contra las cuales hay que luchar con todas las fuerzas, porque son pobrezas malas, deshumanizadoras, no queridas por Dios, fruto de la injusticia de los hombres; pero hay muchas formas de pobreza que no dependen de nosotros. Con estas últimas debemos reconciliarnos, no dejarnos aplastar por ellas, sino llevarlas con dignidad. Jesucristo eligió la pobreza; hay en ella un valor y una esperanza.

Otro canto navideño, el más amado en todo el mundo, es Stille Nacht [Noche silenciosa, popularmente entonado también como «Noche de Paz»]. El texto original dice: «¡Noche de silencio, noche santa! / Todo calla, solo velan / los dos esposos santos y piadosos. / Dulce y querido Niño / duerme en esta paz celeste». El mensaje de este canto no está en las ideas que comunica (casi ausentes), sino en la atmósfera que crea: una atmósfera de estupor, de calma y de silencio, y nosotros tenemos una necesidad vital de silencio. «La humanidad», dijo Kierkegaard, «está enferma de estruendo». La Navidad podría ser para alguno la ocasión de redescubrir la belleza de momentos de silencio, de calma, de diálogo consigo mismo o con las personas. Un texto de la liturgia navideña, procedente del libro de la Sabiduría (18,14-15), dice: «Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía, tu Palabra omnipotente, oh Señor, saltó del cielo, desde el trono real», y San Ignacio de Antioquia llama a Jesucristo «la Palabra salida del silencio» (Magn. 8,2). También hoy, la palabra de Dios desciende allí donde encuentra un poco de silencio.

María es el modelo insuperable de este silencio adorador. Se nota una diferencia entre su actitud y la de los pastores. Los pastores se ponen en camino diciendo: «Vayamos hasta Belén y veamos lo que ha sucedido», y vuelven glorificando a Dios y relatando a todos aquello que habían visto y oído. María calla. Ella «no tiene palabras». Su silencio no es un sencillo callar; es maravilla, estupor, adoración, es un «silencio religioso», un estar dominada por la grandeza de la realidad.

Concluyo con una bella leyenda navideña que resume todo el mensaje que hemos recogido de los dos cantos navideños: pobreza y silencio. Entre los pastores que acudieron la noche de Navidad a adorar al Niño había uno tan pobrecito que no tenía nada que ofrecer y se avergonzaba mucho. Llegados a la gruta, todos rivalizaban para ofrecer sus regalos. María no sabía cómo hacer para recibirlos todos, al tener en brazos al Niño. Entonces, viendo al pastorcillo con las manos libres, le confió a él, por un momento, a Jesús. Tener las manos vacías fue su fortuna. Es la suerte más bella que podría sucedernos también a nosotros. Dejarnos encontrar en esta Navidad con el corazón tan pobre, tan vacío y silencioso que María, al vernos, pueda confiarnos también a nosotros su Niño.

Felicitación Navidad

''Hemos visto salir su estrella y venimos a adorarle'' (Mt 2, 2b)

Con el otoño los días se van acortando y oscureciendo; será a partir del 25 de Diciembre cuando vuelvan a aumentar en su luz. Con este gesto, la naturaleza quiso mostrar la catequesis más hermosa sobre lo que es celebrar la Navidad: Festejar y celebrar -como nos recuerda la escritura- que estábamos en tinieblas y una luz nos brilló.

¡Feliz y Santa Navidad!

Parroquia San Félix de Lugones

Imágenes de la iluminación de la fachada de la Parroquia en el pasado año y estrella de la gruta de la Natividad en Belén

Felicitación del Sr. Arzobispo


Evangelio Domingo IV de Adviento

Lectura del santo evangelio según san Lucas (1,26-38):
                                                                                           
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.

                                                                                                                             Palabra del Señor

sábado, 23 de diciembre de 2017

Misa de Gallo


María en manos de Dios. Por Fray Miguel de Burgos O.P.

El evangelio de la “anunciación” viene a llenar una laguna, algo que muchos echan de menos en el evangelio de Marcos. Por eso, en el último domingo de Adviento se recurre al tercer evangelio, que es el único que nos habla de María como la auténtica mujer profética que va perfilando, con sus gestos y palabras, lo que posteriormente llevará a cabo su hijo, el Hijo del Altísimo con que se le presenta en la anunciación. Esto ocurre así, en la liturgia de hoy, previa a la Navidad, porque si Juan el Bautista es una figura iniciadora de este tiempo litúrgico, es María la figura que lleva a plenitud el misterio y la actitud del Adviento. 

El relato de la anunciación de Lucas no se agota en una sola lectura, sino que siempre implica una novedad inagotable. Esta mujer de Nazaret será llamada por Dios, precisamente para que ese Dios sea el Enmanuel, el Dios con nosotros, el Dios humano. No obstante, Dios no ha querido avasallar desde su grandeza; y, para ser uno de nosotros, ha querido ser aceptado por esta mujer que, en nombre de toda la humanidad, expresa la necesidad de que Dios sea nuestra ayuda desde nuestra propia sensibilidad. El papel de María en esta acción salvadora de Dios no solamente es discreto, sino misterioso. Ella debe entregar todo su ser, toda su feminidad, toda su fama, toda su maternidad al Dios de los hombres. No se le pide un imposible, porque todo es posible para Dios, sino una actitud confiada para que Dios pueda actuar por nosotros, para nosotros. 

No ha elegido Dios lo grande de este mundo, sino lo pequeño, para estar con nosotros. María es la que hace sensible y humano el Adviento y la Navidad. En este texto de la “anunciación” vemos que a diferencia de David, piadosillo, pero interesado, es Dios quien lleva la iniciativa de construirse una “morada”, una dinastía, en la casa de María de Nazaret, una mujer del pueblo, de los sin nombre, de los sin historia. El ángel Gabriel que antes había sido “rechazado” de alguna manera en la liturgia solemne del templo por el padre de Juan el Bautista, que era sacerdote, es ahora acogido sencilla y humildemente por una mujer sin título y sin nada. 

Aquí sí hay respuesta y acogida y aquí Dios se siente como en su casa, porque esta mujer le ha entregado no solamente su fama y su honra, no solamente su seno materno, sino todo su vida y todo su futuro. Es ahora cuando se cumple la profecía de Natán (“Dios le dará el trono de David, su padre”), pero sabemos que será sin dinastía ni títulos reales.

CUENTO DE NÁ VIDA. Por Hernán Piniella Iglesias

Cuando llegaba el mes de Diciembre al Hogar de San José en el Natahoyo de Gijón, los padres jesuitas se multiplicaban para disipar la tristeza que se palpaba en el ambiente.
De entre todos los niños allí educados, algunos afortunados podríamos ir a pasar las fiestas de navidad a lo que quedaba de nuestras familias, donde tal vez no hubiera mucho para cenar y menos para regalar, pero la dosis de amor recibida rendía a lo largo de todo un año en aquel hermoso orfanato de Gijón.
Sin embargo había entre nosotros, bastantes huérfanos de padre y madre o algunos que siendolo tan solo de padre, la madre atravesada por el dolor se veía incapaz de llevar su hijo a casa tan solo por unos días, tal vez no exista mayor dolor para una madre.
Entonces los buenos curas del Natahoyo se inventaban fiestas, actividades, juegos, todo se iba en cantar para ahuyentar el fantasma del dolor de la soledad.
De la extrema generosidad de las tiendas de Gijón afluían los juguetes para la noche mágica que del cinco de enero amanece en el día de Reyes, entonces para todos había un regalo, yo que ansiaba un balón porque quería ser como Solabarrieta, me despertaba antes del alba para ver que me habían dejado y como cada año de los vividos allí en Gijón, tan solo un estuche contenedor de una maravillosa estilográfica Parker o Inoxcrom y una nota de sus majestades con un escueto mensaje:

“escribe, hijo, escribe…”

Años antes cuando aun no habían matado a mi padre y cuando llegaba el mes de Diciembre al salir de la escuela por la tarde uno acompañaba antes de regresar a la casa en las afueras de la Pola de Siero, a otros niños más afortunados que me llevaban hasta cierta tienda llamada El Cero que tenía los escaparates repletos de juguetes.
Era aquel un sitio mágico si se quiere, no acababa de asombrarme con alguna maravillosa figura de juguete cuando ya los desorbitados ojos se fijaban en otra.
Había allí de todo lo necesario para alimentar la amplísima panoplia de la fértil imaginación infantil, desde cartucheras de pistolero del salvaje Oeste, con sus cananas con balas de plástico y pistolas de restallos, que venían en rollos de cien disparos que dejaban en el aire un excitante olor a pólvora, la súper caja de Juegos Reunidos Geyper, diversión garantizada a cubierto para nuestros abundantes días de lluvia, juegos de arquitectura, de Química, el Mecano para los que se aficionaban a las ingenierías, Muñecas de todas clases, Cocinillas, Combas, Coches, Camiones, Volquetes, el infaltable Coche policía, Pelotas y Balones de todos los colores, en definitiva todo lo que no me hacía ninguna falta para ser feliz, pero que sin embargo deseaba poseerlo con todas las fuerzas de mi alma.
Cuanto más abiertos tenía los ojos mis amigos me señalaban con sus deditos tal o cual maravilla de la industria juguetera nacional y me decían que se lo iban a pedir en sus casas para Reyes y que como se habían portado admirablemente bien, seguramente se lo traerían.
Cuando poco después de ver tales maravillas, llegaba de regreso a La Carrera a refugiarme en la seguridad de los protectores brazos de mi padre, le soltaba un discurso poco efectivo acerca de todo aquello que había visto y lo sometía a un severo interrogatorio por conocer de su boca si yo también me había portado admirablemente bien en el trascurso de aquel año que fenecía.
Porque de ser afirmativa su respuesta yo también podría escribirle a sus majestades de Oriente para que me recompensaran tanta bondad infantil.
Una espesa nube de desagrado se le colocaba a mi padre arriba de sus morenas y pobladas cejas españolas, su cara derivaba de la satisfacción por abrazarme al desagrado de tener que devolverme al suelo y a poner los pies de nuevo sobre la tierra. Entonces el pobre hombre tragaba saliva y buscaba mil y una maneras para darme a entender sin hacerme daño, que quizás ese año tampoco los Reyes Magos pasaran por La Carrera, porque nuestra casa quedaba tal vez muy fuera de mano y no podrían concedernos ese privilegio, quizás más adelante.
Con la decepción como compañera, uno entonces se iba casi llorando en busca de la merienda y ya en la cocina de nuevo intentaba con mi madre el discurso de la bondad, por ver si ella podía interceder con aquellos Reyes Magos y así uno pudiera pedir algo de todo aquello que había visualizado en los escaparates de La Pola de Siero.
Pero tampoco ella era capaz de darme una respuesta satisfactoria al parecer aquellas alegrías materiales estaban restringidas en nuestra casa y tras merendar mi panchetina con dulce de Piloña, me iba a llevarle su merienda y ayudar en lo que pudiera a mi hermano mayor que estaría yendando las vacas cerca del rio.
Al ir hacia allá no faltaba el encuentro con algún lugareño el cual entre sarcástico e hiriente y sabedor de la poca largueza de los Reyes Magos por aquellos contornos, me decía risueño:
-Hernanín ¿qué te van a traer los Reyes?... ¿Un correyverás con un cascabel atrás?
Debo reconocer que durante varios años de mi niñez, estuve intrigadísimo de cómo podría ser aquel juguete y hasta me hice ilusiones de que algún seis de enero en los pies de mi cama me hubieran dejado aquel bendito correyverás…
Cuando llegaba nochebuena, el único lujo de nuestra casa era la visita de un amigo de mi padre, un señor llamado Don José que era sordomudo y se habían conocido trabajando en las fincas del señor Riu Mora, muy cerca de Oviedo y desde la capital aquel señor silencioso nos traía cada navidad un cocodrilo de mazapán que adornaba el centro de aquella mesa de la cocina.
Antes de cenar aún por la tarde, aquel buen hombre con mucha destreza, una navajina, y unos pedazos de madera, de su habilidad nacían para nosotros los más hermosos juguetes que soñarse pudiera, un caballín tan hermoso como Pitipún, un perrucu como la Nora... y todos ellos heredaban de su autor un perpetuo silencio que sin embargo era muy fácil de entender, ya que él todo te lo decía con los ojos y con las manos.
Amorosas manos que abrazaban con ese amor sobrante de quienes la vida no les ha concedido el premio de un hijo al que abrazar o que para magnificar su dolor y su silencio, ya les ha partido prematuramente hacia el más allá.
Luego ya con la noche cerrada, los cinco reunidos cenábamos lo que hubiera en la mesa al calor del amor familiar, uno como era el pequeño y azuzado por mi hermano mayor, volvía a la carga ante la inminente llegada de la fecha de la visita de aquellos Reyes esquivos con nosotros y a la pregunta de:
-Má, entonces esti añu los reyes no nos pueden traer ná…
Ella con los ojos acristalados por sendas lágrimas respondía con dolor:
-Ná vida…

viernes, 22 de diciembre de 2017

Necrológica Diocesana

Falleció en el día de hoy
el Rvdo. Sr. D. José Fernández García-Loredo

Reseña


Nació en la localidad de Ponticiella (Villayón) el 30 de enero de 1924

Tras cursar sus estudios en los seminarios de Tapia, Valdediós, Covadonga y Oviedo recibió la ordenación sacerdotal de manos de Monseñor Lauzurica y Torralba  el 16 de julio de 1950.

También se especializó en Derecho Canónico

Prácticamente toda su vida ministerial estuvo ligada a la villa de Gijón.

Algunos de sus nombramientos fueron:

Coadjutor de San Pedro Mayor de Gijón (1950-1957)

Ecónomo de la Purísima Concepción de Gijón (1959-1961)

Encargado de Nuestra Señora de Covadonga de Gijón (1959-1962)

Párroco de la Purísima Concepción de Gijón (1961-1973)

Párroco de San Miguel de Pumarín de Gijón (1973-1991)

Moderador del Equipo Sacerdotal de San Miguel de Pumarín de Gijón (1991)

Miembro del Equipo Sacerdotal de San Miguel de Pumarín de Gijón (1991-2007)

Adscrito a San Miguel de Pumarín de Gijón (2007 - 2012)

Colaborador en la Parroquia San Vicente de Paúl de Gijón (Desde 2012 hasta la actualidad)

La misa-funeral se celebrará el sábado día 23 en su parroquia natal de Ponticiella, a las 12 del mediodía. El sábado 30 se celebrará una eucaristía por su eterno descanso en la parroquia de San Miguel de Pumarín de Gijón a las 12,30 h.

D. E. P.

‘’Mi alma espera en el Señor’’ (Salmo 129)

Orar con el Salmo del Día

1S 2,1.45.6-7.8abcd
R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi Salvador

V/. Mi corazón se regocija en el Señor,
mi poder se exalta por Dios.
Mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. 


V/. Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor.
Los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía.

V/. El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece.

V/. Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. 

Cuando alguien se muere ¿hay una nueva estrella en el cielo? ¡que no te engañen!


Recientemente una señora que me pilló por banda en el tren, me preguntó sobre una realidad que a pesar de imaginar yo que no estaba clara para muchos, pude constatar que hoy el cacao mental es aún mayor. Puede resultar repetitivo, pero hay cosas que no cambian ni cambiarán nunca.

A los habituales y terribles engaños sobre el destino final del hombre en la descreída sociedad actual, se suma ahora lo que el periódico cuenta, que el Papa dijo, lo que un cura afirmó en un funeral o lo que la vecina colgó en su facebook... Y es que nos quedamos con lo último "del mercado". Como dijo el filósofo: ''sapere aude'' (atrévete a saber).

Hay ciertas tendencias eclesiales, o más bien clericales de baja formación, que han vendido (y venden) que el cielo es algo así como una discoteca de entrada libre donde no es necesario ni enseñar DNI ni certificado de buena conducta. Quizá esto también se haya incrementado en los últimos tiempos por una errónea interpretación de las enseñanzas del Papa Francisco, pues aunque Dios es misericordia (que ciertamente lo es, y sobre todo) no significa que cada cual no tenga que dar cuentas de sí al final del recorrido terrenal, donde el Señor tendrá muy presente quien le negó y quién estuvo a su lado. Pensemos en el Cántico de San Juan de la Cruz que con tanto primor analiza esta verdad.
El magisterio de la Iglesia es claro al hablar de las tres posibilidades que le esperan al alma tras la muerte: purificación (purgatorio), bienaventuranza (cielo) u condenación (infierno).

¿Quienes van al infierno?

El infierno no es un lugar geográfico en el centro de la tierra junto al magma. En él no hay tridentes, cuernos ni pinchos; pero sí hay muerte, la muerte de cara al Creador, dado que el individuo -por sus actos- ha preferido hallarse lejos de su presencia en vida y por ende también terminada su existencia física.
¿Sufren entonces las almas que se encuentran en el infierno? Evidentemente, aunque algunos "teólogos" proyecten la no existencia del infierno o su realidad, como una especie de estado de conciencia anodina y sin dolores. La realidad del infierno lleva ya consigo aparejado el sufrimiento de verse sujeto a una condena sin retorno, aunque esta fuera elegida por uno mismo en la negación de Dios.
Alguno dirá: ¿de dónde salen estas teorías? Sencillamente del Evangelio, donde Jesús habla con frecuencia de la condenación, de la "gehenna" (el fuego que no se apaga) y siendo más explícitos aún donde advierte que para éstos ''será el llanto y el rechinar de dientes''.
Los españoles usamos mucho una frase hecha que dice que "uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde''. Exáctamente lo mismo le pasa al hombre con la posibilidad de encontrarse con Dios; tiene mil y un oportunidades de encontrarse con el Señor, de seguirle y reconocerle a lo largo de la vida y sus tribulaciones; algunos incluso "in extremis" con humildad, y, sin embargo, el ser humano es cabezón y testarudo (pecador) y en su pecado se aferra a sus ideas obstinadas (incluso ante la duda) y prefiere ir de cabeza al abismo antes que abrir su corazón a la gracia.

¿Quienes van al Purgatorio?

En este Estadio quedan los que queriendo estar en presencia de Dios no pueden al no haber muerto en gracia por tibieza, duda o propipio pecado. Cuando pensamos en esas "Ánimas del Purgatorio" nos viene a la mente esa innumerable grupo de almas que entre llamas aguardan el pago de sus culpas. Benedicto XVI ya había aclarado que el purgatorio no es un lugar del espacio o del universo, "sino un fuego interior que purifica el alma del pecado". No es una sala de torturas, pero es ya en sí una sufrimiento pues dichas almas anhelan estar con Dios y se ven privadas aún de su luz.


Y si sospecho que tengo a un ser querido en el Purgatorio ¿Como le puedo ayudar? 

1. Ayudando al hermano necesitado y realizando obras de misericordia por ellos
2. Ofreciendo la celebración de la Santa Misa por su eterno descanso (o misas gregorianas)
3. Haciendo penitencia sincera: aportar en la colecta lo que nos cuesta y no lo que nos sobra; rezar individualmente el ejercicio del Santo Vía Crucis; acudir en peregrinación a un Santuario (peregrinación) con la intención de encomendar a ese ser querido etc.

*Ojo al dato: las almas que están en el Purgatorio pueden pedir por nosotros pero no pueden pedir por sí mismas; por eso en la tradición de los creyentes siempre se ha cuidado con tanto mimo la oración por los que se hallan en dicho trance.

He conocido el caso de una familia muy religiosa al que les falleció un ser querido sin estar en gracia, y, ¿que hizo la familia?, pues al haber muerto ese familiar soltero y sin descendencia, decidieron destinar una parte de su herencia en aplicar por él todas las misas posibles en reparación de sus culpas. Uno podría pensar, ¡vaya tontería!; o ¡ya está la Iglesia haciendo negocio!... cada cual es libre de opinar lo que quiera, pero, sin duda, toda ayuda a un alma perdida es poca. Como dice el cántico: ¿Qué harías si ahora me vieras,entre tanto fuego arder? ¿Qué diligencias no harías por no verme padecer?”.

¿Quienes van al Cielo?

El catecismo en su número 1023 nos indica que: Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es" (1 Jn 3, 2), cara a cara.

Por ello es muy importante confesarse con bastante frecuencia, pues siendo pecadores caemos cada dos por tres; necesitamos levantarnos cada vez que reincidimos para poder volver a empezar con "propósito de enmienda". Sobre todo, necesitamos confesarnos para poder acercarnos a la Sagrada Comunión, algo que en los últimos años se ha difuminado bastante y la proporción es abismalmente inversa entre los que comulgan y los que pasan por los confesonarios. Como me decía un día un hombre piadoso pero un tanto rudo: ''hoy en día no se confiesa ni Dios, pero comulga todo Cristo''. Ojala tuvieramos los cristianos los mísmo escrúpulos que los ortodoxos, por ejemplo, que antes prefieren pasar años sin comulgar que hacerlo indebidamente. San Pablo indica: “quien come el Cuerpo de Cristo indignamente, come su propia condenación”(1 Cor 11, 27).

San Juan Pablo II, en una catequesis sobre el cielo recordaba: "Cuando haya pasado la figura de este mundo, los que hayan acogido a Dios en su vida y se hayan abierto sinceramente a su amor, podrán gozar de la plenitud de comunión con Dios, que constituye la meta de la existencia humana".
Está claro que no todos los que van a misa alcanzan el cielo por la vía rápida, más lo que sí es seguro, es que su destino (más pronto o más tarde) será éste, pues les ocurre como a María la de Betania, "han elegido lo mejor y nadie se lo podrá quitar". Han querido vivir cara a Dios, y aunque las modas y la contaminación del mundo nos diga que el Señor no cuenta esas cosas, no olvidemos que "hasta el número de nuestros cabellos está contado".

Hay sacerdotes que en la línea de los párrafos iniciales y con el consabido perfil bajo en formación, afirman que ''lo importante es ser bueno'', que "Dios quiere a todos'' y demás tópicos ya conocidos. Pero, sin ser eso erróneo, no lo convierte en verdad absoluta. Se puede ser bueno, pero si Dios no ha supuesto nada en tu existencia, le has negado, o, simplememte, no le has reconocido y alabado nunca en el recorrido de tu vida, ¿cómo se puede esperar imaginar simplemente una eternidad en su presencia?. Nadie duda que Dios es amor; así es, pero eso no anula la libertad del hombre donde cada cual y desde su ''logos'' elige con Él o sin Él. El Santo Padre, el Papa Francisco, en una catequesis sobre el Concilio recordó: ''en la perspectiva cristiana la distinción ya no es entre quien está muerto y quien no lo está aún, sino entre quien está en Cristo y quien no lo está. Este es el elemento determinante, verdaderamente decisivo, para nuestra salvación y para nuestra felicidad''.

Un apunte: ¿Qué hacer para ir al cielo?. Un catequista respondería que vivir el día a día con los mandamientos de la Ley de Dios y de la Madre Iglesia muy presentes. Yo os dejo como consejo un libro muy recomendado que ha hecho mucho bien a todo el que a buceado en sus páginas: ''Para Salvarse'' del P. Jorge Loring S.J.

Que no te engañen; si Fulanito se muere, que no te digan como consuelo que hay una estrella más en el Cielo; será, o nó...

 Rodrigo Huerta Migoya

jueves, 21 de diciembre de 2017

Carta del Sr. Arzobispo

La recta final

Es una recta final como cuando se termina una etapa ciclista, en la que hay que apurar el esfuerzo para llegar airosos y con buen resultado a la meta prevista. Estamos ya en las puertas de la Navidad y se afilan los modos de llegar con resuello a la fecha desde siempre acordada. Para unos esta fiesta entrañable no tiene ningún sentido o, acaso, hace tiempo que perdió su significado por tantos motivos. Entonces se empeñan en vaciar de toda apariencia religiosa lo que es, de suyo, una religiosidad popular muy arraigada. Y ahí andan inventándose adornos neutros, calendarios extraños, para intentar imposiblemente vaciar de su contenido cristiano unas fechas dulce y gratamente deudoras de un acontecimiento señero que no puede ni quiere ser recordado de modo pacato y cicatero.

Para otros, la Navidad es simplemente un agosto en sus comercios, aunque caiga en los aledaños del año que ya termina: hay que colocar productos y modelos para que compradores compulsivos se superen a sí mismos y los compradores de ocasión no falten a esta cita. Y es que, hacer el agosto en el otoño tardío tiene sus ganancias sin treguas.

Fiestas y comidas con diferentes manteles y escenografías: las que se tienen de empresa, de amigos, de escalera y vecindario, y por supuesto las fiestas y comidas de familia. Todo ello genera el típico vaivén entre el bullicio juguetón de estos días especiales con sus adornos luminosos y sus alegres algarabías. Nada de todo esto es ajeno al sentido hondo de la Navidad aunque no forme parte del motivo principal que le da su verdadero significado, pero todo es bienvenido con desigual entusiasmo y oportunidad, pues sin duda, colabora con la magia de un tiempo diferente que goza de algo distinto entre las personas llegando las calendas de estos días navideños. Hay algo que entronca con la escenografía más exterior de estas fechas, y es el paisaje interior que coincide con nuestro corazón con sus puertas abiertas. Necesitamos lo que la Navidad nos regala, y ese corazón no sabe y ni puede renunciar al anhelo que lo reclama, pues hemos sido creados precisamente con la pregunta en el alma que en la Navidad encuentra su inaudita respuesta. Es lo que llamamos correspondencia entre nuestras humanas demandas y cuanto Dios nos ofrece con sus divinas respuestas. Andamos con todas las crisis a flor de piel, con los tiras-y-aflojas, con los dimes y los diretes, con los enjuagues parlamentarios y callejeros, con encuestas que nos abruman, con elecciones varias que ya nos saturan. O en otro orden de cosas, con situaciones de enfermedad sobrevenidas en nosotros o en las personas que más queremos, casos de apuros económicos o de soledad depresiva sin ganas para nada. ¡Cuántas personas nos faltan de las que hace un año nos gozábamos con su presencia! ¡Cuántas han llamado a nuestra puerta regalándonos su compañía! Y así, la oscuridad que nos ensombrece o la claridad que nos despierta, hace que esta Navidad tenga de modo ineludible un sabor de estreno tan inmenso que la hace sencillamente distinta.

Jesús nos nace como Luz y quiere que su llama y lumbre arda y prenda en nuestra vida como un humilde candelero que disipa nuestras tinieblas y encienda nuestras más hermosas chispas. Para eso vino hace dos mil años, para eso nos prometió que regresaría, para eso se ha quedado entre nosotros cada día ofreciéndonos su discreta compañía. No hay rincón de nuestros sueños ni rasguño de nuestras heridas en donde Él no pueda ponernos la paz de su bálsamo y encender su luz bendita. Feliz Navidad con Jesús, José y María.

Fray Jesús Sanz Montes O. F. M.
Arzobispo de Oviedo

Destetar. Por Jorge González Guadalix

Hay un fenómeno, bien es verdad que afortunadamente escaso, que siempre me ha causado un cierto estupor. Me refiero a esos maridajes de sacerdote y grupo –comunidad pueden llamarlo- que unen los destinos de ambos con más fidelidad y estabilidad que en un matrimonio de los de antes. De dos formas se da este fenómeno.

Una forma es el sacerdote con comunidad cristiana portátil. Es decir que don Senén se reúne con un grupo de gente, que la gente se reúne con don Senén, y vaya donde vaya el buen cura, su comunidad con él. ¿Qué a don Senén se le traslada a la parroquia de santa Gundisalva? El grupo se va a santa Gundisalva. ¿Qué al cabo de los años otro traslado lo lleva a la de san Perengano? Sin problemas, allá va la comunidad. Y no solo va, sino que se hace con las riendas de todo, convencidos de que la nueva parroquia funcionará gracias a ellos.

La otra forma es la del sacerdote que, si bien no se lleva la comunidad con él, sigue acudiendo a su antigua, a sus antiguas parroquias, para continuar llevando y formando “su” grupo. Es decir, que don Senén, aunque hace quince, veinte, treinta años que dejó santa Gundisalva, sigue acudiendo a su antigua parroquia para formar, mantener, sostener o lo que sea un grupo que él llevaba en tiempos.

Cualquiera de las dos formas me parece un disparate y un no saber vivir en Iglesia. ¿Qué formación eclesiológica hemos dado cuando resulta que ese grupo, tan mío, no sabe vivir si no es a mis pechos? ¿Qué consideración hacia la nueva comunidad si yo, sacerdote, me presento en ella con mi equipo que traigo de donde sea? ¿Tan mal lo hizo el compañero anterior? Y, aunque así fuera, ¿en la nueva parroquia no hay gente capaz de sacar su comunidad adelante?

¿Qué formación eclesiológica he ofrecido a un grupo para que viva tan unido al sacerdote que no saben ser iglesia si no es con don Senén? Un grupo medianamente formado y atendido sabe ser iglesia en su parroquia porque lo fundamental, es decir, la palabra, los sacramentos, la caridad se lo garantiza cualquier sacerdote. Y si el grupo solo quiere reunirse según los dictados de don Senén, lo que se ha conseguido es un grupito cerrado en sí mismo que incluso, podría llegar a que si no viene don Senén no vamos a misa. Y no es un invento. Mala cosa que don Senén sea más importante que la misa. Mal ha trabajado este hermano.

El cura que se fue lo mejor que puede hacer es despedirse, integrarse en su nueva comunidad, trabajar desde ella por la Iglesia y animar a la gente que deja en el camino, que no la deja porque tiene su nuevo párroco, a que siga siendo Iglesia en su parroquia, en su comunidad, y ya nos veremos algún día.

La parroquia el grupo son, durante los años que Dios quiera, mi parroquia y mi grupo, pero jamás la parroquia mía y el grupo mío. Jamás. Y flaco favor hacemos si, en lugar de ayudarles a ser Iglesia universal, amplia, diocesana, vamos cerrando el grupito en nosotros mismos, nuestro cura, nuestra charla, nuestra, nuestro…

A los hermanos sacerdotes les diría un par de cosas. Quizá, la primera, que si ven normal irse de la parroquia y llevarse consigo a gente que se supone preparada y capaz, y que vaya consideración con el compañero que llega. También les diría que si ven normal dejar una parroquia y seguir presentándose en ella, muchas veces con nocturnidad y disimulo, para ofrecer una formación a feligreses de ella y a espaldas del párroco.

Tenemos que ser capaces de destetar. Por nosotros, por los fieles.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Necrológica Diocesana

Falleció en el día de hoy el Rvdo. Sr. D. Rogelio Rodríguez Martínez

Nació en San Esteban de Nogales (Provincia de León y Diócesis de Astorga) el 4 de junio de 1925

Cursó sus estudios de latín, filosofía y teología en las diferentes sedes que entonces tenía el Seminario Diocesano de Oviedo. Concluidos estos recibió la ordenación sacerdotal de manos de Monseñor Francisco Javier Lauzurica y Torralba el 11 de julio de 1954.

Sus encomiendas pastorales fueron las siguientes:

Profesor del colegio San Francisco, de Villaviciosa (1955-1959).

Encargado de San Julián de Cazanes, en Villaviciosa (1958)

Ecónomo de San Martín de Lorío - Laviana (1959-1962)

Encargado de San Juan de Entralgo - Laviana (1960-1962)

Subdirector del colegio San Francisco (Villaviciosa) (1962-1967)

Capellán del colegio San Francisco (Villaviciosa) (1966-1967)

Capellán de las Religiosas Carmelitas de la Caridad- Vedrunas de Villaviciosa (1966-1967)

Regente de San Esteban de El Condado - Laviana (1967-1986)

Administrador Parroquial de San Esteban de El Condado - Laviana (1986-2001)

Administrador Parroquial de Santa María la Real de Oviñana- Sobrescobio (1992-1995)

Administrador Parroquial de San Andrés de Soto de Agues - Sobrescobio (1992-1995)

Administrador Parroquial de San Pedro de Ladines - Sobrescobio (1992-1995)

En el año 2001 pasa a la situación de jubilado fijando su residencia en la Casa Sacerdotal Diocesana de Oviedo.

Fue también Director diocesano del Apostolado de la Oración (2002-2003)

El funeral se celebrará mañana jueves, a las 12 h. en la parroquia de Santa María La Real de La Corte, y estará presidido por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz.
Posteriormente, será enterrado en su pueblo natal, San Esteban de Nogales (León).

D. E. P.

‘’Porque se hizo agradable a Dios, el justo fue amado por él, y como vivía entre los pecadores, fue trasladado de este mundo’’ (Sab 4,10)

Del Oficio del Día

De las Homilías de san Bernardo, abad, Sobre las excelencias de la Virgen Madre 
(Homilía 4, 8-9: Opera omnia, edición cisterciense 4 [1966], 53-54)

EL MUNDO ENTERO ESPERA LA RESPUESTA DE MARÍA

Has oído, Virgen, que concebirás y darás a luz un hijo. Has oído que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta: ya es tiempo de que vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, condenados a muerte por una sentencia divina, esperamos, Señora, tu palabra de misericordia.

En tus manos está el precio de nuestra salvación; si consientes, de inmediato seremos liberados. Todos fuimos creados por la Palabra eterna de Dios, pero ahora nos vemos condenados a muerte; si tú das una breve respuesta, seremos renovados y llamados nuevamente a la vida.

Virgen llena de bondad, te lo pide el desconsolado Adán, arrojado del paraíso con toda su descendencia. Te lo pide Abraham, te lo pide David. También te lo piden ardientemente los otros patriarcas, tus antepasados, que habitan en la región de la sombra de muerte. Lo espera todo el mundo, postrado a tus pies.

Y no sin razón, ya que de tu respuesta depende el consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salvación de todos los hijos de Adán, de toda tu raza.

Apresúrate a dar tu consentimiento, Virgen, responde sin demora al ángel, mejor dicho, al Señor, que te ha hablado por medio del ángel. Di una palabra y recibe al que es la Palabra, pronuncia tu palabra humana y concibe al que es la Palabra divina, profiere una palabra transitoria y recibe en tu seno al que es la Palabra eterna.

¿Por qué tardas?, ¿por qué dudas? Cree, acepta y recibe. Que la humildad se revista de valor, la timidez de confianza. De ningún modo conviene que tu sencillez virginal olvide ahora la prudencia. Virgen prudente, no temas en este caso la presunción, porque, si bien es amable el pudor en el silencio, ahora es más necesario que en tus palabras resplandezca la misericordia.

Abre, Virgen santa, tu corazón a la fe, tus labios al consentimiento, tu seno al Creador. Mira que el deseado de todas las naciones está junto a tu puerta y llama. Si te demoras, pasará de largo y entonces, con dolor, volverás a buscar al que ama tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por el amor, abre por el consentimiento. Aquí está -dice la Virgen- la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.

RESPONSORIO Cf. Lc 1, 31. 42

R. Recibe la palabra, Virgen María, que el Señor te anuncia por medio del ángel: concebirás y darás a luz al Dios hecho hombre, * para que te llamen bendita entre las mujeres.
V. Darás a luz un hijo sin perder tu virginidad, concebirás en tu seno y serás madre siempre intacta.
R. Para que te llamen bendita entre las mujeres.

ORACIÓN.
Dios nuestro, cuyo Verbo inefable fue recibido por la Virgen Inmaculada cuando aceptó tu designio, manifestado por el anuncio del ángel, e, inundada por la luz del Espíritu Santo, fue convertida en mansión de la divinidad, concédenos que también nosotros, a imitación suya, aceptemos siempre sincera y humildemente tu voluntad. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.