domingo, 30 de abril de 2017

Exequias por Don Jose Luis ''Mosén''

La Capilla ardiente del M.I. Sr. D. Jose Luis Sánchez Díaz ha quedado instalada en la Capilla de Altares de la Casa Sacerdotal Diocesana de Oviedo (C/ San José 3).

Se celebrará una primera Misa corpore insepulto en la Casa Sacerdotal  para los sacerdotes residentes. El lunes día 1 tendrá lugar el funeral por su eterno descanso en la Santa Iglesia Basílica Catedral del Salvador de Oviedo a las doce y media del mediodía.

El martes día 2 de mayo recibirá cristiana sepultura en el panteón de sacerdotes del Cementerio Municipal del Sucu en Ceares 
-Gijón-. Ese mismo día a las cinco de la tarde se celebrará otro funeral por su eterno descanso en la Basílica del Real Santuario de Covadonga.

Requiem aeternam dona ei Domine. Et lux perpetua luceat ei

Evangelio Domingo III de Pascua

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Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):

Aquel mismo día (el primero de la semana), dos de los discípulos de Jesús iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios;
iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo:
«¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Ellos se detuvieron con aire entristecido, Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió:
«Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?».
Él les dijo:
«¿Qué?».
Ellos le contestaron:
«Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron».
Entonces él les dijo:
«¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?».
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; pero ellos lo apremiaron, diciendo:
«Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída».
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero él desapareció de su vista.
Y se dijeron el uno al otro:
«¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón».
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

sábado, 29 de abril de 2017

Necrológica Diocesana


Falleció el M.I. Sr. D. José Luis Sánchez Díaz

Nació en Gijón en 1947.  Cursó los estudios de filosofía y teología en el Seminario Metropolitano de Oviedo. Fue ordenado sacerdote en 1979 por Monseñor Gabino Díaz Merchán.

Sus encomiendas fueron:

Coadjutor de San Pedro Mayor de Gijón (1979-1982)

Ecónomo de Santa María de Berducedo y su filial de Santa Mª Magdalena de Mesa, así como encargado de San Martín del Valledor, San Salvador del Valledor, Santa María de Lago y Santa María de Villarpedre (1982 -1993)

Encargado de Santo Emiliano de Allande (1983-1993)

Vicario parroquial a San Pedro Mayor de Gijón (1993-2000)

Párroco de San Juan Bautista de Campo de Caso, Santa Cruz de Caleao, San Antonio de la Felguerina, San Bartolomé de Orlé, Santa Mª Magdalena de Pendones y San Salvador de Sobrecastiello-Bezanes (2000-2012)

Administrador parroquial de Santa María de Oviñana-Rioseco, San Andrés de Agues, Santiago de Bueres, San Pedro de Coballes, San Antonio de Gobezanes, San Pedro de Ladines y Santa María de Tanes (2008-2012)

Canónigo del Cabildo Colegial del Santuario de Covadonga así como Párroco de Santa María la Real de Covadonga y San Justo y San Pastor de la Riera  (Desde 2012 a la actualidad)

Tras semanas en la Casa Sacerdotal por su delicado estado de salud participó con profunda unción del Triduo Pascual tras el cuál empeoró gravemente teniendo que ser ingresado. En la última semana configuró duramente con la cruz de Cristo y se durmió en Él el domingo 29 de abril en el Hospital Universitario Central de Asturias.                                                                                                                                    
  «Porque todo sacerdote tomado de entre los hombres es constituido a favor de los hombres en las cosas que a Dios se refieren» (Heb 5, 1)

 D. E. P.

Habéis pues en Dios vuestra fe y vuestra esperanza

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Las primeras reacciones de los discípulos el día de Pascua son de incredulidad y de decepción. Las esperanzas acariciadas en vida del Maestro se han venido abajo en el Calvario y el sepulcro. Dos de esos hombres regresan desencantados a su pueblo. Y, sin embargo, lo que ni unos ni otros podían imaginar ha ocurrido: aquel Jesús crucificado vive y en él se han cumplido las antiguas Escrituras (Ev.: Lc 24, 13-35).

De eso es de lo que habla Pedro con vigor poco después, el día de Pentecostés, ante un auditorio expectante. La gente conoce los hechos más o menos vagamente, pero el apóstol los expone en una clave inédita, que revela en ellos el cumplimiento del designio de Dios anticipado en la Escritura. Pedro y sus compañeros lo atestiguan convencidos y lo muestran con su propia transformación (1ª lect.: Hch 2, 14.22-33).

Es todavía Pedro quien insiste, esta vez por escrito, en otro aspecto de esa muerte que ha relatado en su discurso ante la multitud. Lo que ha ocurrido ha sido trágico, sí, pero ha venido a ser un inmenso beneficio en favor nuestro: se ha pagado un enorme precio por nosotros, pero hemos sido rescatados. De ahí nace nuestra fe, que nos exige tomar en serio nuestra vida (2ª lect.: 1 Pe 1, 17-21).

                                                                                                           Fray Emilio García Álvarez O.P.

viernes, 28 de abril de 2017

María, Consuelo de los Afligidos: los Premios Cari Filii dotarán a un proyecto que encarne ese lema


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Este año entregará los galardones el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz

(Cari Filii)
Desde su primera edición en 2012, los Premios Cari Filii se han consolidado como uno de los galardones de referencia en España e Iberoamérica en el ámbito de la devoción mariana. En los dos últimos años fueron entregados por los obispos de Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa, y Vitoria, Juan Carlos Elizalde, y en una entrevista publicada este miércoles en Cari Filii, en la que expresaba el sentido de estos premios, el presidente de la Fundación Cari Filii, Luis Cort, anunció que en 2017 lo hará el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes:

El 13 de mayo concluye el plazo de presentación de originales para los Premios Cari Filii 2017, convocados este año bajo el lema María, Consuelo de los Afligidos. La gran novedad de esta edición es que, además de los tradicionales premios a artículos escritos y/o a vídeos, se otorgará un premio de 5000 euros a un proyecto que haga realidad en la práctica lo que el lema dice: llevar a quienes lo necesiten el consuelo material y espiritual, y siempre bajo el patronazgo de la Virgen María.

El presidente de la Fundación Cari Filii, Luis Cort, anima a participar en los Premios y fomentar con creatividad la devoción a Nuestra Señora.

-¿Cómo va la insripción en esta sexta edición de los Premios?
-Animo a los lectores de Cari Filii a participar en los Premios. Este año parece que los concursantes se lo están tomando con más calma que otros años. ¡Y solo faltan tres semanas! Tanto, que estamos pensando ampliar siete días el plazo de presentación de originales. Siempre lo hemos cerrado el 13 de mayo, por nuestra especial vinculación a la Virgen de Fátima. Que es mayor que nunca en el centenario de las apariciones, lo cual nos ha llevado a organizar ya una conferencia conmemorativa. Haremos alguna más.

-¿Habrá algún obispo en la entrega de Premios de este año?

-Este año, en un acto cuya fecha y lugar anunciaremos próximamente, nos honrará con su presencia en la entrega de los premios el arzobispo de Oviedo, don Jesús Sanz Montes. Otros años lo hicieron el de Vitoria, Juan Carlos Erizalde, y el de Ciudad Rodrigo, Raúl Berzosa. Históricamente la Iglesia española siempre se ha distinguido por su devoción mariana y su defensa firme de los dogmas marianos, y nos satisface ver que hoy sigue siendo así. Por eso queremos estrechar cada vez más los vínculos con nuestro episcopado.

-¿Qué papel desempeñan los Premios en las actividades de la Fundación Cari Filii?

-La finalidad de la Fundación Cari Filii es dar a conocer a la Virgen María y fomentar la devoción de los cristianos hacia la madre de Jesucristo. Los Premios Cari Filii que convocamos cada año son un instrumento muy importante para lograr ese objetivo. Primero, porque animamos a los participantes a pensar sobre alguno de los títulos con los que la Iglesia honra a la Madre de Dios: este año, Consuelo de los Afligidos. Segundo, porque los Premios consisten en peregrinaciones a lugares donde la Virgen María está muy presente.

-Y eso deja huella...
-Todos los ganadores que han hecho esas peregrinaciones han regresado cambiados. Eso es lo que buscábamos porque así fue como nació la Fundación Cari Filii: meditando en los santuarios y lugares de peregrinación como ocasiones de conversión personal.

-¿Por qué el lema de este año: María, Consuelo de los Afligidos?

-María, Consuelo de los Afligidos es un lema particularmente en sintonía con lo que nos pide constantemente el Papa Francisco a los católicos: la cercanía a quienes sufren para llevarles el consuelo espiritual y la ayuda material. Por eso hemos abierto este año una modalidad de concurso nueva, a la que pueden presentarse proyectos que hacen realidad ese lema: congregaciones, oenegés, fundaciones que llevan a la práctica esa obra de misericordia que es consolar al triste ayudándole a combatir la causa de su tristeza, y a asumirla como parte del plan de Dios. Tenemos mucha ilusión en que numerosos proyectos se presenten a esta modalidad y podamos contribuir a uno de ellos, el que gane, con la importante aportación económica que asigna el premio: 5000 euros.

-¿Qué otros cambios se han introducido últimanente en la línea de trabajo de la Fundación?

-En los últimos meses estamos trabajando en la difusión de CariFilii.es, con sus noticias, historias y testimonios, en las redes sociales, para incrementar en lo posible la influencia del portal, que es nuestro buque insignia informativo. También estamos publicando, como anunciamos, algunos de los trabajos que no resultaron premiados el año pasado pero que atesoraban gran calidad e interés. Nos ilusiona que en torno a Cari Filii haya cada año una gran cantidad de personas dejando lo mejor de sí mismos para honrar a la Virgen de formas tan diversas como muestran los trabajos publicados desde la primera edición.

“LUGONES COFRADE”; LUGONES PARROQUIA. Por Joaquín Manuel Serrano Vila

“Aunque mi llegada a Lugones se fraguó en la primavera de 2008, cuando en Octubre de ese año me convertí oficialmente en Párroco de la misma, y, particularmente, cuando el uno de Noviembre siguiente celebré la primera misa como tal en el Cementerio Parroquial, intuí ya entonces que tendría mucho trabajo por delante, pero nunca pensé tampoco en todo lo que habría de venir.

               Me encontré con una parroquia un tanto adormecida en algunos aspectos de la religiosidad popular, pero que poco a poco habría de ir desperezándose y tomando las riendas de sus iniciativas en ese ámbito, y reconozco que hasta yo mismo me sorprendí al ir viéndolo. Así nacieron tímidamente propuestas tan hermosas como el montaje del Belén por Navidad (que llegó a ser primer premio del Ayto. de Siero) y la mismísima Cofradía del Cristo de la Piedad y Ntra. Sra. de la Soledad.

               Las implicación en ese despertar de gente normal y corriente dentro de la vida Parroquia, es la que en estos últimos años esta llevado a propios y foráneos a ser un referente -como opción- para vivir la Semana Santa en Lugones sin tener que “ir más lejos” y que poco a poco se ha ido consolidando. Seguro que hay otros muchos lugares “más vistosos” donde vivir y sentir desde la fe estos días, pero éste es nuestro pueblo y nuestra Parroquia, y ésta es ya también nuestra Semana Santa con nuestras procesiones, que no sólo tienen repercusión e importancia para la Comunidad Parroquial de San Félix de Lugones, sino para toda la localidad en general, pues estos acontecimientos, sin duda, dan vida y dinamizan igualmente la vida cotidiana y “comercial” de Lugones, lo cual inexorablemente también tiene su repercusión mediática en favor del mismo.

               El Cristo Yacente, recién situado en su nuevo y definitivo altar, y la nueva y ya propia hermosísima imagen de la Soledad, volverán a salir al encuentro de los lugoninos, amigos y visitantes, portados con orgullo por las costaleras y costaleros de nuestra Cofradía que sigue abriéndose paso en la vida de nuestra Parroquia, y que igualmente quiere dejar claro que tiene de par en par su puertas a la participación de aquellos que quieran acercarse y formar parte.

               En este año de “La Cruz”, cargando cada cual con la suya y sorteando de igual modo nuestros desiertos, quiero invitaros de corazón a todos a poner los ojos y la esperanza en la Pascua del Resucitado, que es también la nuestra y la de “muchos” que de Él, por Él y en Él, esperan la Salvación”.

               Los párrafos anteriores formaban parte del “Saluda” del Párroco, publicado en la revista de la Cofradía local “Lugones Cofrade” (sólo para cofrades) y por eso las reproducimos en esta “Hoja Parroquial” de libre distribución. La Semana Santa y sus celebraciones y procesiones en Lugones, acompañados por el tiempo (este año no hizo falta paraguas)  fue esplendorosa y no necesita más palabras que la contemplación que juntos hemos disfrutado.

               Quiero agradecer a todos su implicación y participación, sobre todo a feligreses y foráneos, pero particularmente a cofrades y costaleros/as; a la Banda de Gaitas que nos acompañó, a coros y organistas y a todos los que hacen posible muchas pequeñas cosas en la vida de esta Parroquia. También a los concejales que sin complejos ni prejuicios nos acompañaron, singularmente  a la Policía Local de Siero que nos dio cobertura y todo su apoyo en las procesiones, junto con el Cuerpo Nacional de Policía, que también nos acompañó discretamente.

Joaquín, Párroco

jueves, 27 de abril de 2017

Máximas espirituales del san Rafael Arnáiz


Qué grande es Dios! ¡Qué bien ordena los acontecimientos siempre para su gloria!

¡Sólo Dios llena el alma..., y la llena toda!

La verdadera felicidad se encuentra en Dios y solamente en Dios.

El que no tiene a Dios necesita consuelo; pero el que ama a Dios, ¿qué más consuelo?

¡Cómo se inunda mi alma de caridad verdadera hacia el hombre, hacia el hermano débil, enfermo...! Si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo.

Al amar a Jesús, forzosamente se ama lo que El ama.

La única verdad es... Cristo.

He hecho el votó de amar siempre a Jesús. Virgen Maria, ayúdame a cumplir mi voto.

Para Jesús todo, y todo, para siempre, para siempre.

No le bastó a Dios entregarnos a su Hijo en una Cruz, sino además nos dejó a Maria.

Honrando a la Virgen, amaremos más a Jesús; poniéndonos bajo su manto, comprenderemos mejor la misericordia divina.

¡Qué grande es Dios, qué dulce es María!

Carta semanal del Sr. Arzobispo


El domingo pasado ha dado comienzo un año jubilar en la diócesis hermana de Santander, en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, donde se custodia el fragmento más grande del Lignum Crucis, la reliquia que, según la tradición, coincide con un trocito de la madera de la cruz en la que Jesús fue crucificado.

Cuando nos disponemos los cristianos a celebrar este tipo de eventos, no son la resulta de algo que nos saque de una modorra aletargadora y aburrida que necesita de algo que ponga curiosidad y encanto a la inercia cansina del caminar más cotidiano. Así como tampoco fijamos nuestra mirada en objetos que tengan sin más algún poder milagrero o taumatúrgico que termine con la nadería de que aquí nunca pasa nada.

Abrimos un año jubilar entrando por la puerta santa que al efecto se nos abre. En un mundo donde hay demasiadas puertas cerradas, hay una que de par en par nos acoge adentrándonos nuevamente en casa. No importa de qué intemperies venimos, ni cuáles fueron los motivos de nuestras fugas y andanzas, lo importante es que hemos vuelto, que hemos desandado la senda hacia la nada que nos destruye y que humildemente nos hemos atrevido tras tantas orfandades, a encontrarnos con la mirada que nos hace nuevamente hijos y nos salva.

Es inhóspito a veces el panorama de la vida, y ya sea en carne propia o en la carne de cuantos más queremos y nos acompañan, vemos que estamos faltos de las cosas que realmente valen la pena, las que ponen el aire en nuestro pecho y sangre de vida en nuestras venas, aquello que nos permite experimentar la confianza sin que nadie nos rechace, el amor que nunca traiciona ni se cansa, la fe que no es creencia en vagas quimeras y la esperanza que enciende en nosotros una alegría que no defrauda.

Cuando todo esto nos falta, entonces lo sepamos o no, somos mendigos de las cosas esenciales, pobres en la fila más necesaria, hambrientos y sedientos del pan y del agua que únicamente sacian, y faltos del vino que la belleza y la verdad nos escancian. Por este motivo, como no basta que nos lamentemos con lamentos que no acaban, como son inútiles y estériles las lágrimas por las lágrimas, tenemos necesidad de poner pausa en nuestra huida de pródigos a ninguna parte y con decisión dar la vuelta para ir volviendo a casa. Es aquí donde la puerta abierta, la que en un año jubilar se nos ofrece como puerta santa, nos brinda la posibilidad de una acogida que nos abraza, de un abrazo que nos redime, de una redención que nos levanta.

Como archidiócesis de Oviedo estuvimos presentes un nutrido grupo de peregrinos en el momento de la apertura de este año de gracia. Tenemos todo un año para acudir quienes no han acudido, para volver a hacerlo quienes estuvimos el domingo. La Cruz del Señor es el signo y sobre su leño pusimos nuestro beso piadoso y sincero, como quien sabe dar gracias por el don más inmerecido y gratuito con el que Dios en su Hijo ha querido bendecirnos. La Cruz de Jesús tiene la muerte desenclavada, como vacío está el sepulcro tras la pascua de alborada en la mañana que no termina. Pero esa Cruz es para nosotros la señal, la señal cristiana por antonomasia. Es la que besamos con devoción agradecida con un beso que no traiciona, sino que como nunca y para siempre con él dice su más sentido gracias.

En esos valles cercanos a nuestra tierra asturiana, se levanta el Monasterio de Liébana. Allí nos aguarda esta historia que vale la pena sentirla, vivirla y recibirla como un don en un año jubiloso de gracia que nos acerca el perdón, la misericordia y la esperanza.

+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo

miércoles, 26 de abril de 2017

Necrológica diocesana

Falleció el Rvdo. D. Luis Legaspi Cortina

Nació en Castropol en 1924
Tras pasar por los seminarios de Tapia, Valdediós y Oviedo fue ordenado sacerdote en 1950 por el entonces Obispo de Oviedo Monseñor Francisco Javier Lauzurica y Torralba.

Sus destinos pastorales fueron:

Coadjutor de San Félix de Candás (1950 - 1952)
Coadjutor de San Isidoro El Real de Oviedo (1952-1958)
Director diocesano de la organización misional pontificia y Delegado Ep. de Misiones (1958-2004)
Capellán de la Organización Nacional de Ciegos de Oviedo (1958 -1984)
Director de la O. P. de Fomento de las Vocaciones Sacerdotales Nativas (1963 - 1968)
Delegado episcopal de Cáritas (1965 - 1972)
Administrador del Asilo Nocturno “Cano Mata” de Oviedo (1969 - 1973)
Representante del Arzobispado para la Junta Provincial de Asistentes Sociales (1971 - 1973)
Delegado diocesano para la Conmemoración del V Centenario de la Evangelización de América (1985 - 1993)
Desde el año 2004 en que se jubiló residía en su domicilio de la Plaza Porlier en Oviedo.

Su funeral tendrá lugar mañana miércoles en la iglesia de San Tirso El Real y estará presidido por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, a las 13 horas. El jueves, a las 12,30 horas, tendrá lugar en Castropol el funeral y posterior entierro.

D.E.P.

El Evangelio se debe anunciar con humildad, «no es un carnaval ni una fiesta»

(Rel.) El Papa Francisco ha conmemorado la festividad del evangelista San Marcos presidiendo la misa en la Casa Santa Marta, en cuya homilía ha hablado de anunciar el Evangelio con humildad venciendo la tentación de la soberbia.

En la Eucaristía, en la que estaban presentes los cardenales del C-9 que están reunidos en Roma, Francisco insistió en que los cristianos tienen que “salir para anunciar” el Evangelio. De este modo, explicó que un predicador tiene que estar siempre en camino sin buscar “un seguro de vida”.

El Evangelio se proclama "siempre en camino"
Tal y como recoge Zenit, el Papa precisó que “el Evangelio se proclama siempre en camino, nunca sentados”. “Es necesario salir donde Jesús es desconocido, donde es perseguido, o donde es desfigurado, para proclamar el verdadero Evangelio”, aseguró.

De este modo, el Pontífice invitó a “salir para anunciar” ya sea en “camino físico que espiritual, o en un camino de sufrimientos como lo hacen “tantos enfermos que ofrecen su dolor por la Iglesia, por los cristianos, pero siempre salen de sí mismos”.

¿Cuál debe ser el estilo de este anuncio?, se preguntó el Papa, que dijo que “San Pedro que justamente ha sido el maestro de Marcos es muy claro al describir este estilo”, o sea que “el Evangelio es anunciado con humildad, porque el Hijo de Dios se humilló y se rebajó. El estilo de Dios es este” y “no hay otro”. Porque “el anuncio del Evangelio no es un carnaval, una fiesta”.

"Dios se resiste a los soberbios"
“El Evangelio -indicó el Papa- no puede ser anunciado con el poder humano, no puede ser anunciado con el espíritu de trepar y subir”. Porque “Dios se resiste a los soberbios y da gracia a los humildes”.

En este sentido, el Santo Padre advirtió de una tentación al anunciar el Evangelio: “la tentación del poder, de la soberbia, de la mundanidad, de tantas mundanidades que existen y que llevan a predicar o a fingir”. Y reiteró que no es predicar el difundir “un Evangelio aguado, sin fuerza, sin Cristo crucificado y resucitado”.

Si un cristiano asegura que anuncia el Evangelio, pero que ‘nunca es tentado’, significa que “el diablo no se preocupa” porque “estamos predicando un evangelio que no sirve”, agregó Francisco.

lunes, 24 de abril de 2017

El milagro del P. Ormiers


No hay salvación en ningún otro (Hch 4,12). Por Pedro Trevijano

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En Hch 4,12 leemos hablando sobre Jesucristo: “No hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos”.

Cuando leo el Nuevo Testamento siempre me llama la atención su enorme actualidad. Aunque lleva casi dos mil años escrito, parece como si los autores lo hubiesen hecho en la actualidad y para nosotros. Y es que no en vano es Palabra de Dios.

Si hacemos referencia al versículo que da origen a este artículo, vemos una afirmación clara: si queremos salvarnos, tenemos el deber de seguir a Jesucristo, quien nos dice de sí mismo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14,6), que es una declaración inequívoca que existe la Verdad absoluta, a la que llamamos Dios.

Actualmente, el gran problema en torno a la Verdad es: ¿Existe una Verdad Objetiva, sí o no? Ante esta pregunta hay una doble respuesta. Mientras unos pensamos que por supuesto hay una Verdad Objetiva, que el Bien y el Mal son claramente diferentes, que existen una serie de valores eternos e inmutables, los otros, por el contrario, defienden que no hay verdades objetivas, que todo es opinable y depende del punto de vista desde el que se mire, y que ni siquiera los valores esenciales, como la libertad, la vida, la justicia, el amor, la paz, son objetivos e inamovibles.

Los relativistas generalmente no creen en Dios o por lo menos son agnósticos, y en consecuencia tampoco en la Ley ni en el Derecho Natural. Para ellos la Verdad y el Bien no son algo objetivo, sino que, llegado un momento dado, son perfectamente modificables: lo que ayer era malo, hoy puede ser bueno y al revés. Es un enfrentamiento entre dos modelos sociales contrapuestos; el modelo relativista, conforme al cual la sociedad debe construirse a partir de una exaltación de la libertad, y el modelo basado en la defensa de una serie de principios y valores morales, que son los que hacen posible la convivencia. No nos extrañe por ello la reiterada condena del Magisterio al relativismo:

Ya el Concilio Vaticano II en su Declaración “Dignitatis Humanae” sobre la Libertad Religiosa decía en el nº 1: “Por su parte, todos los hombres están obligados a buscar la verdad, sobre todo en lo referente a Dios y a su Iglesia, y una vez conocida, a abrazarla y practicarla”, si bien es cierto “que la verdad no se impone de otra manera que por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y a la vez fuertemente en las almas”.

El Beato Pablo VI afirma en la Encíclica “Ecclesiam Suam” nº 18: “el relativismo, que todo lo justifica y todo lo califica como de igual valor, atenta al carácter absoluto de los principios cristianos”. San Juan Pablo II dice en la “Veritatis Splendor” nº 84: “De prestar oído a ciertas voces, parece que no se debiera ya reconocer el carácter absoluto indestructible de ningún valor moral… Y lo que es aún más grave: el hombre ya no está convencido de que sólo en la verdad puede encontrar la salvación” y subraya en la “Fides et Ratio” nº 5: “La legítima pluralidad de posiciones ha dado paso a un pluralismo indiferenciado, basado en el convencimiento de que todas las posiciones son igualmente válidas”. La afirmación que algunos hacen: “tú tienes tu verdad, yo tengo la mía”, no sólo es falsa, sino además es una idiotez, porque en todos los campos de la vida hay verdades inconcusas, y además va contra el principio de contradicción.

Por su parte Francisco, en la Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” nº 64: “Como bien indican los Obispos de Estados Unidos de América, mientras la Iglesia insiste en la existencia de normas morales objetivas, válidas para todos, ‘hay quienes presentan esta enseñanza como injusta, esto es, como opuesta a los derechos humanos básicos. Tales alegatos suelen provenir de una forma de relativismo moral que está unida, no sin inconsistencia, a una creencia en los derechos absolutos de los individuos. En este punto de vista se percibe a la Iglesia como si promoviera un prejuicio particular y como si interfiriera con la libertad individual’”.

Pero todo esto tiene consecuencias, como ya San Pedro nos advertía en el Nuevo Testamento: “Pues quien desee amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal y sus labios de pronunciar falsedad; apártese del mal y haga el bien, busque la paz y corra tras ella, pues los ojos del Señor se fijan en los justos y sus oídos atienden sus ruegos” ( 1 P 3,10-12)

domingo, 23 de abril de 2017

Necrológica diocesana

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Falleció en el día de ayer el Rvdo. Sr. D. Cándido Barcia Rubio

Nació en la parroquia de Rozadas de Boal en mayo de 1927. 

Tras cursar los estudios de latín, filosofía y teología fue ordenado sacerdote en junio de 1951. 

Sus encargos pastorales fueron:

Ecónomo de San Miguel de Tazones y encargado de San Felix de Oles (1951-1957)
Coadjutor de Castropol (1957- 1960)
Ecónomo de Castropol (1960-1961)
Encargado de San Juan de Moldes (1960-1961)
Párroco de Santo Tomás de la Pereda - Tineo (1961-1962)
Coadjutor 1º de San Isidoro el Real de Oviedo (1962-1963)
Ecónomo de San Andrés de Linares – el Entrego (1963-1964)
Regente de Santa Maria de Riberas y su filial de los Veneros (1964- 1965)
Ecónomo de Tapia de Casariego (1965- 1992)
Colaborador en San Pedro de Cudillero (Desde 1992  hasta la actualidad)

El funeral por su eterno descasó se celebrará hoy domingo día 23 a las cinco de la tarde en la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol de Cudillero, a continuación sus restos recibirán cristiana sepultura en el panteón familiar en Rozadas (Boal).

D.E.P.

Evangelio Domingo II de Pascua

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Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):

AL anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en
medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
Contestó Tomás:
«¡Señor mío y Dios mío!».
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra del Señor

sábado, 22 de abril de 2017

¡Señor mío!. Por Fray Miguel de Burgos Núñez

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III.1. El texto es muy sencillo, tiene 2 partes (vv. 19-23 y vv. 26-27) unidas por la explicación de los vv. 24-25 sobre la ausencia de Tomás. Las dos partes inician con la misma indicación sobre los discípulos reunidos y en ambas Jesús se presenta con el saludo de la paz (vv. 19.26). Las apariciones, pues, son un encuentro nuevo de Jesús resucitado que no podemos entender como una vuelta a esta vida. Los signos de las puertas cerradas por miedo a los judíos y cómo Jesús las atraviesa, "dan que pensar", como dice Ricoeur, en todo un mundo de oposición entre Jesús y los suyos, entre la religión judía y la nueva religión de la vida por parte de Dios.

III.2. El "soplo" sobre los discípulos recuerda acciones bíblicas que nos hablan de la nueva creación, de la vida nueva, por medio del Espíritu. Se ha pensado en Gn 2,7 o en Ez 37. El espíritu del Señor Resucitado inicia un mundo nuevo, y con el envío de los discípulos a la misión se inaugura un nuevo Israel que cree en Cristo y testimonia la verdad de la resurrección. El Israel viejo, al que temen los discípulos, está fuera de donde se reúnen los discípulos (si bien éstos tienen las puertas cerradas). Será el Espíritu del resucitado el que rompa esas barreras y abra esas puertas para la misión. En Juan, "Pentecostés" es una consecuencia inmediata de la resurrección del Señor. Esto, teológicamente, es coherente y determinante.

III.3. La figura de Tomás es solamente una actitud de "antiresurrección"; nos quiere presentar las dificultades a que nuestra fe está expuesta. Tomás, uno de los Doce, debe enfrentarse con el misterio de la resurrección de Jesús desde sus seguridades humanas y desde su soledad, porque no estaba con los discípulos en aquel momento en que Jesús, después de la resurrección, se les hizo presente, para mostrarse como el Viviente. Este es un dato que no es nada secundario a la hora de poder comprender el sentido de lo que se nos quiere poner de manifiesto en esta escena: la fe, vivida desde el personalismo, está expuesta a mayores dificultades. Desde ahí no hay camino alguno para ver que Dios resucita y salva.

III.4. Tomás no se fía de la palabra de sus hermanos; quiere creer desde él mismo, desde sus posibilidades, desde su misma debilidad. En definitiva, se está exponiendo a un camino arduo. Pero Dios no va a fallar ahora tampoco; Jesucristo, el resucitado, va a «mostrarse» (es una forma de hablar que encierra mucha simbología; concretamente podemos hablar de la simbología del "encuentro") como Tomás quiere, como muchos queremos que Dios se nos muestre. Pero así no se "encontrará" con el Señor. Esa no es forma de "ver" nada, ni entender nada, ni creer nada.

III.5. Tomás, pues, debe comenzar de nuevo: no podrá tocar con sus manos la heridas de las manos del Resucitado, de sus pies y de su costado, porque éste, no es una «imagen», sino la realidad pura de quien tiene la vida verdadera. Y es ante esa experiencia de una vida distinta, pero verdadera, cuando Tomás se siente llamado a creer como sus hermanos, como todos los hombres. Diciendo «Señor mío y Dios mío», es aceptar que la fe deja de ser puro personalismo para ser comunión que se enraíce en la confianza comunitaria, y experimentar que el Dios de Jesús es un Dios de vida y no de muerte.

viernes, 21 de abril de 2017

Hasta su muerte, creyó, esperó y amó

Fue Luis Ormières un hombre íntegro que vivió siempre cara a la Verdad para ofrecer su jornada cotidiana, siendo el apoyo de quienes caminan buscando al Señor. En la escuela del Maestro aprendió el talante y las virtudes propias del apóstol, del profeta. Virtudes que practicó, enseñó y nos dejó como legado espiritual. Su vida teologal fue recia y le ayudó, contra viento y marea, a mantener su fidelidad a la Iglesia y a Dios. Su actitud interior le prepara para acoger la Palabra en la fe, la esperanza y la caridad. Su fe es activa y coherente. 

Es la fe que le ayuda y empuja a abandonarse en la Providencia. Es la fe que le mantiene firme y seguro ante las dificultades que tuvo como sacerdote y como fundador. Es la fe que le da serenidad y equilibrio cuando las puertas se le cierran y sus proyectos parecen venirse abajo. Es la fe que le abre incondicionalmente a la escucha de la Palabra. Es la fe que le conduce a ser persona de profunda oración. Es la fe que iluminó siempre su vida. Y, junto a la fe, la esperanza, como antorcha, que ilumina su caminar. Es la esperanza el fundamento de su serenidad y de su paciencia. Es la esperanza el pilar en el que se apoya para llevar adelante el proyecto educativo a favor de los niños y jóvenes abandonados.

Es la esperanza, como consecuencia de su confianza en Dios, que le sostiene, y le anima a seguir adelante. Es la esperanza que calma las inquietudes de su corazón. Es la esperanza que le hace, en cada amanecer, entonar un canto de acción de gracias y de alabanza porque cree que un mundo mejor es posible. Y, como fundamento de ambas, la caridad. Caridad en su doble dimensión: amor a Dios y amor con el prójimo. Las dos dimensiones fueron la razón de su total donación. Su Amor a Dios fue, como todo en su vida, sencillo pero profundo. Su Amor a Dios era el clima que se vivía junto a él. Su Amor a Dios era la fuerza, la sabiduría para iniciar y continuar el camino. Su Amor a Dios era un deseo constante que le lleva a la oración para conocer la voluntad de Dios en su vida. Su Amor a Dios le lleva, al final de sus días, a gozar de una vida interior intensa, silenciosa, de aceptación total. Vida interior que se manifiesta en su amor al prójimo. Amor al prójimo transparente, sencillo, incondicional. Amor al prójimo que le lleva a ser “mártir de la caridad”.

Amor al prójimo que no tuvo descanso, buscando siempre a los más necesitados: las niñas y niños de las zonas rurales de Quillán. Amor al prójimo que le impulsó a buscar el bien espiritual y el amor a Dios en los pobres, en los niños, en los amigos, en las Hermanas. En definitiva, el Padre Ormiè- res fue un hombre sencillamente grande, un profeta menor, que se supo amado por el Señor y su única meta fue amarlo y darlo a conocer y este amor fue inseparable del amor al prójimo. ¡Gracias Padre Ormières por tu ejemplo de vida, por tu coherencia entre las palabras y las obras!

Hna. Purificación López
Religiosa del Santo Ángel

jueves, 20 de abril de 2017

La CEE refuerza la campaña a favor de marcar la X de la Iglesia en la Declaración de la Renta en España

La CEE refuerza la campaña a favor de marcar la X de la Iglesia en la Declaración de la Renta en España

(Efe) Xtantos recuerda también que la casilla de la Iglesia católica y la de Fines Sociales son perfectamente compatibles y que se pueden marcar al mismo tiempo, que no se paga más, ni Hacienda devuelve menos dinero.

La campaña se desarrolla a través de dos anuncios de 20 segundos y dos versiones reducidas de 10 segundos que se emitirán en radio, televisión, internet y redes sociales, que informan sobre el mecanismo de la X en la casilla de la Iglesia.

Según explica la Conferencia Episcopal, en los vídeos se habla de fe, de acogida, de fuerza para seguir ayudando y de esperanza y se presenta a través de una mujer joven, de un sacerdote, de una mujer víctima de violencia, entre otros protagonistas.

La campaña, que se inició la semana del 3 al 7 de abril y se interrumpió con motivo de la Semana Santa, finaliza el 30 de junio cuando concluye el plazo de presentación de la Declaración de la Renta.

Además, se han distribuido 36.760 carteles con sus respectivas traducciones en cinco lenguas y editado periódicos Xtantos que se reparten en las parroquias.

En el último ejercicio correspondiente al IRPF de 2015 (Campaña de la Renta 2016), el porcentaje de declaraciones a favor de la Iglesia católica fue del 35 por ciento, 55.841 contribuyentes más asignaron a la Iglesia que en 2014, destaca la Conferencia Episcopal.

Louis Ormières. Un “santín” en Gijón

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Aquellos primeros cristianos no tuvieron una estrategia particular para expandir la Buena Noticia que habían recibido del Señor Jesús. Vivieron con intensidad y entrega aquellos tres años de convivencia con un Maestro especial. El desenlace final de la primera semana santa de la historia les marcó la vida, y con desigual respuesta se fueron abriendo a la certeza y a la gracia que ya les advirtió el mismo Jesús sobre la vida resucitada. Unos fueron a los suyos para hacer con ellos el camino que nació con la pascua de Cristo resucitado. Otros, en la persecución que inmediatamente sufrieron, salieron en éxodo dando lugar al primer lance misionero: no escaparon huyendo de lo que quedaba atrás, sino anunciando un mundo nuevo. 

Y así, el naciente cristianismo comenzó a hacerse sólido propagándose de aquí para allá, llegando hasta todos los “finisterres” conocidos, sin que nos faltase a nosotros, en el apéndice hispano del Imperio Romano, la llegada de alguno de los Apóstoles, como fue el caso de Santiago cuyo encuentro con Jesús, todo y para siempre le cambió la vida de veras. Así se fue fraguando de ciudad en ciudad, de cultura en cultura, la llegada de ese acontecimiento cristiano que ha permeado lo que representa la civilización de occidente tan indisociablemente marcada por Grecia, Roma y el cristianismo. 

El pueblo que vio nacer esta novedad ha ido construyendo con sus valores e incoherencias, sus gracias y pecados, lo que significa la ciudad cristiana. En ella, han destacado siempre como imprescindibles referentes los santos. Esto no quiere decir que todo sea santidad, o que seamos incapaces de reconocer lo que se hace mal mirando siempre para otro lado, sino que aquello a lo que nos sentimos llamados y atraídos no es lo que se ensaña con lo torpe, lo lento, lo cicatero, incoherente y podrido, sino con aquello que levanta la mirada hacia horizontes benditos, lo que nos permite asomarnos a la belleza y la bondad para las que hemos nacido, lo que nos hace indómitos de una verdad que no tiene doblez ni trampa en sus entresijos. 

Mirar a los santos es algo que pertenece a nuestra más genuina tradición cristiana. Este sábado, por segunda vez en nuestra Diócesis de Oviedo, en la Catedral, va a tener lugar una beatificación. Y el beatificado es un sacerdote francés, fundador de la Congregación de las Hermanas del Ángel de la Guarda, que falleció en Gijón en 1890. Perteneció a esa generación de sacerdotes que tras el siglo de las luces que vino tras la Revolución francesa, tomó nota de cómo había cosas que se oscurecían en las vidas de las personas, especialmente en los más vulnerables como eran los niños, los jóvenes y los pobres. No fue alguien reaccionario que levantó barricadas alternativas a las de los revolucionarios del alma, sino que con sencillez y discreción estuvo cerca de la gente que le necesitaba como educador cristiano y como sacerdote de Cristo. 

Es una alegría que nos une a esta querida Congregación de las Hermanas del Ángel de la Guarda y a sus comunidades en Asturias y en el mundo entero, abriendo las puertas de nuestra Catedral para asomarnos a un modelo de santidad cristiana que nos permita ver y abrazar la vida con esa belleza y bondad que hacen más bondadosa y hermosa nuestra mirada y nuestro compromiso en la verdad de Dios en esta trama de la historia. Beato Louis Ormières, ruega por nosotros, por nuestra Diócesis, por nuestras familias, por los niños y los jóvenes. Gracias por tu santidad tan cotidiana que nos paseó por la ciudad amablemente la fuerza luminosa de la vida cristiana.

Fray Jesús Sanz Montes O.F.M.
Arzobispo de Oviedo

miércoles, 19 de abril de 2017

El Cirio Pascual: ¿Qué representa? Conoce sus símbolos

El Cirio Pascual ilumina la noche oscura y representa la victoria de Cristo sobre la muerte. Cristo es la Luz del mundo y ha vencido

El Cirio Pascual es uno de los elementos más sagrados y duraderos del cristianismo. Se encuentra hecho a base de cera de abejas para representar la pureza de Cristo, la mecha de la vela significa la humanidad de Cristo, y la llama Su naturaleza divina. Está adornado con uno o más símbolos cristianos, a menudo la cruz para representar Su sacrificio redentor.

Las primeras y últimas letras del alfabeto griego: Alfa y Omega que significan que Él es el principio y el fin. Los símbolos del trigo y de las uvas, o un cáliz y Hostia sagrada, para representar la Eucaristía: la verdadera presencia de Cristo y nuestra fuerza espiritual. Algunos otros símbolos como el Buen Pastor, el Cordero, el Sagrado Corazón y el Cristo Resucitado podrían ser incorporados

El Cirio pascual es especial para los Católicos por la bendición que recibe durante la Vigilia Pascual. Esta bendición recibido, a lo largo de la Pascua y, de hecho, durante todo el año, pueden servir como un símbolo de Cristo presente y como un recordatorio de lo que Cristo ha logrado para todos nosotros.

Este Cirio Pascual está preparado para este servicio en la Vigilia Pascual. En la oscuridad de la noche del Sábado Santo, la Iglesia se reúne alrededor del Fuego de Pascua para comenzar su tiempo de vigilia. no es una espera meramente pasiva, sino que es un tiempo en el que se espera con ansias el el levantamiento triunfal de Cristo sobre la muerte.

Después de que la comunidad ha sido recibida, la primera acción es la bendición del Fuego de Pascua y de la vela de Pascua.


El Cirio, normalmente es mucho más grande que cualquier otra vela utilizada en la Iglesia durante el año. A menudo se decorará de alguna manera, pero la decoración más significativa es la que describimos a continuación
Significado del Cirio Pascual y del Rito

Marcado con las heridas de Cristo, el Cirio Pascual se convierte, por un momento, en Jesucristo sepultado en la tumba, sin vida. Y entonces, una llama tomada del fuego de Pascua, enciende el Cirio y le da vida, que significa que la Luz del mundo ha regresado, ha vuelto de las penumbras, y de ella nosotros mismos sacamos luz y la iglesia, por así decirlo, vuelve a la vida.

De este fuego vivo encendido en el Cirio Pascual, da comienzo entonces al encendido del resto de las velas sostenidas por los asistentes a la Celebración, dando a entender que en cada uno de nosotros ha nacido el Salvador, siendo este acto, una de las partes más emotivas de la liturgia y la describimos como sigue:

El ministro lleva entonces el Cirio Pascual en procesión adentro que la iglesia que se encuentra en ese momento a oscuras. Al principio la única luz es la luz del Cirio Pascual. Se canta el "Lumen Christi": La luz de Cristo.

El Cirio Pascual en este momento de la celebración es una fuente de luz, un símbolo de la luz que Cristo trae al mundo.
La procesión se abre paso en la iglesia oscurecida, encendida primero solamente por esta única llama, significando a Cristo, la única luz verdadera. Entonces de esta llama todos recibimos luz - la llama de esta vela enciende la pequeña vela que cada uno lleva, y significa la fe que todos recibimos y compartimos.

Nosotros, los que estamos unidos a Cristo por medio del bautismo, se nos recuerda que a través de esta acción somos siempre portadores de la luz de Cristo, sus testigos del mundo.

Lo que sucede este nuestro ritual con las velas representa lo que debe suceder en nuestro mundo, compartiendo con otros el amor y la vida que recibimos de Cristo.

Cuando la luz se multiplica en la iglesia a través de cada uno de los fieles y la oscuridad se dispersa progresivamente es uno de los momentos más emotivos de la Vigilia pascual.

El Cirio Pascual nos conduce a la Vigilia Pascual, y desde esa Vigilia mantenemos la vela, para servirnos a lo largo de la Pascua, en todas nuestras liturgias, como signo potente del Cristo resucitado y de la nueva vida que nos ofrece.
Símbolos del Cirio Pascual

1.- La Cruz

Una cruz central indetifcada en el centro de vela, símbolo de los padecimientos y el sacrificio de amor de Jesús por nosotros.

2.- Los Clavos (o granos)

Cinco clavos con incienso insertado en el centro y en cada uno de los extremos de la cruz simbolizan las cinco llagas de Cristo muerto y resucitado.

3.- Letras griegas ALFA y OMEGA

Las letras griegas alfa y omega, que comienzan y terminan el alfabeto griego, significan que Dios es el principio y el fin de todas las cosas, y que la Palabra de Dios está presente desde la creación hasta el fin de los tiempos.

4.- El Año presente

El año actual indica que Dios está presente no sólo al principio y al final de los tiempos, sino a lo largo de la historia y entre los reunidos aquí y ahora alrededor del Cirio Pascual

Hay otro simbolismo presente en la vela pascual. Un simbolismo expresado en la forma en que, al cumplir su propósito, el de llevar luz para nosotros, la sustancia misma de la vela se consume. Es como si la vela misma se sacrificara para recibir luz.

No lo olvidemos, el Cririo Pascual representa la presencia eterna de Cristo, la Luz del Mundo, en medio de Su pueblo


Vivamos este momento glorioso con una fe intensa y con gran júbilo porque el Salvador está presente entre nosotros y nos da su fuerza en la Cruz para seguir nuestro camino con fidelidad.

martes, 18 de abril de 2017

Del Oficio del día

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SEGUNDA LECTURA

De las Disertaciones de san Anastasio de Antioquía, obispo
(Disertación 4, 1-2: PG 89, 1347-1349)

EL MESÍAS TENÍA QUE PADECER, PARA ASÍ ENTRAR EN SU GLORIA

Después que Cristo se había mostrado, a través de sus palabras y sus obras, como Dios verdadero y Señor del universo, decía a sus discípulos, a punto ya de subir a Jerusalén: Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los gentiles y a los sumos sacerdotes y a los escribas, para que lo azoten, hagan burla de él y lo crucifiquen. Esto que decía estaba de acuerdo con las predicciones de los profetas, que habían anunciado de antemano la muerte que había de padecer en Jerusalén. Las sagradas Escrituras habían profetizado desde el principio la muerte de Cristo y todo lo que sufriría antes de su muerte; como también lo que había de suceder con su cuerpo, después de muerto; con ello predecían que este Dios, al que tales cosas acontecieron, era impasible e inmortal; y no podríamos tenerlo por Dios, si, al contemplar la realidad de su encarnación, no descubriésemos en ella el motivo justo y verdadero para profesar nuestra fe en ambos extremos, a saber, en su pasión y en su impasibilidad; como también el motivo por el cual el Verbo de Dios, por lo demás impasible, quiso sufrir la pasión: porque era el único modo como podía ser salvado el hombre. Cosas, todas éstas, que sólo las conoce él y aquellos a quienes él se las revela; él, en efecto, conoce todo lo que atañe al Padre, de la misma manera que el Espíritu penetra la profundidad de los misterios divinos.

El Mesías, pues, tenía que padecer, y su pasión era totalmente necesaria, como él mismo lo afirmó cuando calificó de hombres sin inteligencia y cortos de entendimiento a aquellos discípulos que ignoraban que el Mesías tenía que padecer para entrar en su gloria. Porque él, en verdad, vino para salvar a su pueblo, dejando aquella gloria que tenía junto al Padre antes que el mundo existiese; y esta salvación es aquella perfección que había de obtenerse por medio de la pasión, y que había de ser atribuida al que nos guiaba a la salvación, como nos enseña la carta a los Hebreos, cuando dice que él es el que nos guía a la salvación, perfeccionado por medio del sufrimiento.

Y vemos, en cierto modo, cómo aquella gloria que poseía como Unigénito, y a la que por nosotros había renunciado por un breve tiempo, le es restituida a través de la cruz en la misma carne que había asumido; dice, en efecto, san Juan, en su evangelio, al explicar en qué consiste aquella agua que dijo el Salvador que brotaría como un torrente del seno del que crea en él: Esto lo dijo del Espíritu Santo, que habían de recibir los que a él se unieran por la fe, pues aún no había sido dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado; aquí el evangelista identifica la gloria con la muerte en cruz. Por esto el Señor, en la oración que dirige al Padre antes de su pasión, le pide que lo glorifique con aquella gloria que tenía junto a él, antes que el mundo existiese.

RESPONSORIO Hb 2, 10; Ap 1, 6; Lc 24, 26

R. Como quisiese Dios, por quien y para quien son todas las cosas, llevar un gran número de hijos a la gloria, convenía ciertamente que perfeccionase por medio del sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación. * A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Aleluya.
V. El Mesías tenía que padecer, para así entrar en su gloria.
R. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Aleluya.

Paz a vosotros. Monseñor José Ignacio Munilla


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Celebramos la Pascua de Resurrección en un contexto mundial en el que se respira un gran anhelo de paz. El saludo del Resucitado, tal y como lo narran los evangelios, es precisamente expresión del deseo de que este don sea acogido por todos para ser difundido: “Paz a vosotros” (Jn 20, 21).

¿Pero acaso no será la paz una cuestión fundamentalmente política? ¿Es oportuno mezclar la resurrección de Jesucristo con una causa encomendada fundamentalmente a los gobiernos de las naciones? ¿La paz se juega, más bien, en el nivel de los retos sociales regulados por la acción política, o no estará más determinada por la educación moral interior del ser humano, que trasciende en cierta medida a las administraciones y los gobiernos?

Es verdad que el propio magisterio de la Iglesia ha subrayado la gran influencia de los condicionamientos sociales en la causa de la paz. Fue el Papa Pablo VI el primero en formular la conocida expresión: “El desarrollo es el nuevo nombre de la paz” (Populorum Progressio, nº 76). Sin duda alguna, los estallidos de violencia suelen resultar predecibles a tenor del nivel de injusticia social que padezcan los pueblos.

Sin embargo, siendo lo anterior una verdad constatable, existe otro factor que es el definitivamente determinante en la causa de la paz. Me refiero a la educación moral y espiritual, en la que centró Jesucristo su predicación, llamando “bienaventurados” a los pacíficos, a los mansos, y a los que son capaces de responder al mal con el bien. Tenemos multitud de ejemplos en la historia que verifican esta realidad. Por ejemplo, el pueblo polaco estuvo sometido a una gran opresión bajo el comunismo, que fácilmente habría derivado en una reacción violenta, de no ser por los valores religiosos mayoritarios de aquel pueblo. Y lo mismo cabe decir del proceso de independencia de la India, liderado espiritualmente por Gandhi. Por el contrario, en determinados contextos históricos democráticos, incluso bajo un estado del bienestar muy consolidado, han brotado movimientos violentos, que difícilmente se pueden explicar por la falta de justicia social o por el subdesarrollo. Insisto, el factor determinante de todo proceso de pacificación es la educación moral y espiritual de los pueblos.

En esta misma línea de incomprensión de los fundamentos últimos de la paz, estamos asistiendo a la pretensión de construir los procesos de pacificación sobre la base de acuerdos “políticos”, excluyendo o, cuando menos, minusvalorando la dimensión moral y espiritual de la realidad. Todos tenemos en mente el rechazo del requerimiento del arrepentimiento y de la petición de perdón por parte de los violentos a sus víctimas, bajo el argumento de que esos son conceptos religiosos y de conciencia, que no pueden ser invocados en el terreno social o político.

Pero vayamos al fondo de la cuestión, porque es importante caer en la cuenta de que uno de los obstáculos principales con el que nos enfrentamos a la hora de llevar adelante la construcción de la paz, es el “cómodo” olvido del principio de subsidiariedad por parte de la mayoría de la sociedad; al mismo tiempo que se da una continua injerencia de las administraciones públicas en el ámbito familiar y en las iniciativas sociales. De este modo caminamos hacia un modelo en el que cada vez hay “más estado” y “menos sociedad”; lo que en la práctica se traduce en “más normas” y “menos conciencia”. Parece como si “mamá estado” o “papá estado”, pretendiera construir, por su sola estrategia política, una sociedad justa y pacífica.

En nuestros días, llama poderosamente la atención la gran virulencia del debate político, cuando es un hecho constatable que los distintos partidos políticos caminan de una forma inexorable hacia un pensamiento único, conformado por lo políticamente correcto. Se alimenta la falsa esperanza de que un hipotético vuelco político pudiera posibilitar la justicia y la paz, olvidando la existencia del “pecado original” (permítaseme utilizar un término teológico en este artículo, en un sentido amplio). La configuración política de los gobiernos podría cambiar, ciertamente, pero el problema es que el “hombre viejo” sigue anidando en el interior de unos y de otros, sin excluir al que esto escribe. Cada uno de nosotros y de nuestras familias necesitamos una renovación espiritual, que haga posible que la política tenga “sujeto” y no solo “objeto”. De lo contrario, estamos condenados a reproducir en toda su crudeza el conocido refrán: “Los mismos perros con distintos collares”.

Pero más aún, si ese “hombre viejo” que anida en cada uno de nosotros no es regenerado, el problema no será solo que estemos condenados a la impotencia para transformar el mundo; sino que la misma estructura política terminará por anular al hombre, a la familia, y a la misma sociedad. Recuerdo un luminoso texto de una de las encíclicas de doctrina social escritas por San Juan Pablo II: “Cuando los hombres se creen en posesión del secreto de una organización social perfecta que hace imposible el mal, piensan también que pueden usar todos los medios, incluso la violencia o la mentira, para realizarla. La política se convierte entonces en una «religión secular», que cree ilusoriamente que puede construir el paraíso en este mundo” (Centesimus Annus nº 25).

El saludo del Resucitado tiene más actualidad que nunca, y son muy significativas las palabras que lo acompañan: “Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío»” (Jn 20, 21).

¡Feliz Pascua de Resurrección!

Reflexión en torno al Domingo de Pascua

lunes, 17 de abril de 2017

Beatificación en la Catedral de Oviedo del P. Ormières, fundador de las religiosas del Santo Ángel

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(Iglesia de Asturias) Este próximo sábado, 22 de abril, a las 11 de la mañana, la Catedral de Oviedo acogerá la beatificación del padre Luis Ormières, sacerdote francés, fundador de las HH. Del Ángel de la Guarda.

La ceremonia de beatificación –la segunda celebrada en la Catedral hasta el momento– estará presidida por el Cardenal Angelo Amato, prefecto para la Congregación de las Causas de los Santos, y tendrá lugar en el marco de una eucaristía. Además, concelebrando y acompañando a las religiosas en este importante momento para la congregación, estarán el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz, y acudirán también los Obispos de la Provincia Eclesiástica, Mons. Julián López Martín, Obispo de León, Mons. Manuel Sánchez Monge, Obispo de Santander, y Mons. Juan Antonio Menéndez, Obispo de Astorga. Además, estarán presentes también el Obispo de Montauban, Mons. Bernard Ginoux y los Obispos de Palencia, Mons. Manuel Herrero Fernández, y el de Sigüenza Guadalajara, Mons. Atilano Rodríguez Martínez.

A la ceremonia de beatificación está previsto que acudan en torno a 2.500 personas, en su mayor parte, religiosas de la congregación del Santo Ángel, y también niños, jóvenes y familias pertenecientes a las diferentes obras apostólicas, colegios y parroquias, que dirigen las religiosas en el mundo. Con este motivo, la Catedral acogerá el sábado 22 a fieles de hasta once nacionalidades, especialmente de Latinoamérica (Colombia, Ecuador, Méjico, El Salvador, Nicaragua o Venezuela), pero también de África (Guinea Ecuatorial, Malí, Costa de Marfil), y de Asia (Japón). 

El padre Ormières, nacido en Quillán, un pueblo del sur de Francia, en 1809, se ordenó sacerdote en 1833 y se dedicó principalmente a la educación. Con el tiempo fundó una congregación femenina, las HH. Del Ángel de la Guarda, que se extendió rápidamente por varios países. Sin embargo, a pesar de sus raíces francesas, el sacerdote conoció Asturias, y concretamente Gijón, invitado por la parroquia de San Pedro, y quiso fundar en la ciudad un noviciado para toda Francia y España. A partir de ese momento sus estancias en la villa fueron cada vez más frecuentes y prolongadas, hasta el punto de hacerse muy conocido entre la sociedad gijonesa. Falleció en la ciudad, el 16 de enero de 1890, en el actual colegio del Santo Ángel, donde aún se conserva la que fue su habitación, ahora convertida en Oratorio. 

Su proceso de beatificación se vio impulsado con la curación inexplicable científicamente de un “cáncer incurable” de una religiosa del Santo Ángel, natural de Gijón y profesora del colegio durante años, Hna. Celina Sánchez del Río. La Santa Sede aprobó el milagro de su curación gracias a la intercesión del padre Ormières, paso necesario para su beatificación.

Dada la solemnidad del acto, los medios de comunicación que lo vayan a cubrir informativamente, deberán responder a este correo confirmando su asistencia –y si es posible, adjuntando el nombre y apellidos de los periodistas que acudirán–, o bien comunicarlo por teléfono en el 985 20 97 17.
El mismo sábado, a las 10:15, en la puerta del Arzobispado (Corrada del Obispo, 1) los periodistas podrán recoger sus acreditaciones. También los reporteros gráficos deberán estar igualmente acreditados, siguiendo las mismas indicaciones.

Advertencia del Papa: si no somos capaces de anunciar que el Señor está vivo, no somos cristianos


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(Rel.) Once nuevos cristianos recibieron el bautismo de manos del Papa este sábado durante la Vigilia Pascual, de nacionalidades diversas como China, España, Italia o Albania.

En la homilía, Francisco recordó la esencia de la misión cristiana, que toma su modelo de las mujeres que vieron primero a Jesucristo Resucitado y comunicaron a todos la noticia.

“Vayamos a anunciar, a compartir, a descubrir que es cierto: el Señor está vivo. Vivo y queriendo resucitar en tantos rostros que han sepultado la esperanza, que han sepultado los sueños, que han sepultado la dignidad. Y si no somos capaces de dejar que el Espíritu nos conduzca por este camino, entonces no somos cristianos”, advirtió Francisco al final de su intervención, según recoge Aciprensa.

“Con la Resurrección, Cristo no ha movido solamente la piedra del sepulcro, sino que quiere también hacer saltar todas las barreras que nos encierran en nuestros estériles pesimismos, en nuestros calculados mundos conceptuales que nos alejan de la vida, en nuestras obsesionadas búsquedas de seguridad y en desmedidas ambiciones capaces de jugar con la dignidad ajena”, dijo.

Francisco recordó de nuevo el relato de la resurrección de Jesús y el sentimiento de sus discípulos ante su muerte. “Podemos imaginar esos pasos, el típico paso de quien va al cementerio, paso cansado de confusión, paso debilitado de quien no se convence de que todo haya terminado de esa forma. Podemos imaginar sus rostros pálidos, bañados por las lágrimas y la pregunta: ¿cómo puede ser que el Amor esté muerto?”.

Pero por otro lado están las mujeres, “dos mujeres capaces de no evadirse, capaces de aguantar, de asumir la vida como se presenta y de resistir el sabor amargo de las injusticias. Y allí están, frente al sepulcro, entre el dolor y la incapacidad de resignarse, de aceptar que todo siempre tenga que terminar igual”.

El Pontífice afirmó que en el rostro de estas mujeres se puede ver reflejado el de otros: “Tantas madres y abuelas, el rostro de niños y jóvenes que resisten el peso y el dolor de tanta injusticia inhumana” o el de “todos aquellos que caminando por la ciudad sienten el dolor de la miseria, el dolor por la explotación y la trata”.

“En ellas también vemos el rostro de aquellos que sufren el desprecio por ser inmigrantes, huérfanos de tierra, de casa, de familia; el rostro de aquellos que su mirada revela soledad y abandono por tener las manos demasiado arrugadas. Ellas son el rostro de mujeres, madres que lloran por ver cómo la vida de sus hijos queda sepultada bajo el peso de la corrupción, que quita derechos y rompe tantos anhelos, bajo el egoísmo cotidiano que crucifica y sepulta la esperanza de muchos, bajo la burocracia paralizante y estéril que no permite que las cosas cambien. Ellas, en su dolor, son el rostro de todos aquellos que, caminando por la ciudad, ven crucificada la dignidad”.

Francisco recordó que todos llevamos dentro la promesa y la certeza “de la fidelidad de Dios”. “Pero también nuestros rostros hablan de heridas, hablan de tantas infidelidades, personales y ajenas, hablan de nuestros intentos y luchas fallidas”.

En la homilía, el Papa advirtió que a veces “casi sin darnos cuenta, podemos acostumbrarnos a convivir con el sepulcro, a convivir con la frustración. Más aún, podemos llegar a convencernos de que esa es la ley de la vida, anestesiándonos con desahogos que lo único que logran es apagar la esperanza que Dios puso en nuestras manos”.

Así son, tantas veces, nuestros pasos, así es nuestro andar, como el de estas mujeres, un andar entre el anhelo de Dios y una triste resignación. No sólo muere el Maestro, con él muere nuestra esperanza. Sin embargo, “el latir del Resucitado se nos ofrece como don, como regalo, como horizonte. El latir del Resucitado es lo que se nos ha regalado, y se nos quiere seguir regalando como fuerza transformadora, como fermento de nueva humanidad”.

El Santo Padre invitó a los fieles a acudir con las mujeres al sepulcro y “anunciar la noticia”. “A todos esos lugares donde parece que el sepulcro ha tenido la última palabra, y donde parece que la muerte ha sido la única solución. Vayamos a anunciar, a compartir, a descubrir que es cierto: el Señor está vivo”.

Texto completo de la homilía del Papa
«En la madrugada del sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro» (Mt 28,1). Podemos imaginar esos pasos…, el típico paso de quien va al cementerio, paso cansado de confusión, paso debilitado de quien no se convence de que todo haya terminado de esa forma… Podemos imaginar sus rostros pálidos… bañados por las lágrimas y la pregunta, ¿cómo puede ser que el Amor esté muerto?

A diferencia de los discípulos, ellas están ahí —como también acompañaron el último respiro de su Maestro en la cruz y luego a José de Arimatea a darle sepultura—; dos mujeres capaces de no evadirse, capaces de aguantar, de asumir la vida como se presenta y de resistir el sabor amargo de las injusticias. Y allí están, frente al sepulcro, entre el dolor y la incapacidad de resignarse, de aceptar que todo siempre tenga que terminar igual.

Y si hacemos un esfuerzo con nuestra imaginación, en el rostro de estas mujeres podemos encontrar los rostros de tantas madres y abuelas, el rostro de niños y jóvenes que resisten el peso y el dolor de tanta injusticia inhumana. Vemos reflejados en ellas el rostro de todos aquellos que caminando por la ciudad sienten el dolor de la miseria, el dolor por la explotación y la trata. En ellas también vemos el rostro de aquellos que sufren el desprecio por ser inmigrantes, huérfanos de tierra, de casa, de familia; el rostro de aquellos que su mirada revela soledad y abandono por tener las manos demasiado arrugadas. Ellas son el rostro de mujeres, madres que lloran por ver cómo la vida de sus hijos queda sepultada bajo el peso de la corrupción, que quita derechos y rompe tantos anhelos, bajo el egoísmo cotidiano que crucifica y sepulta la esperanza de muchos, bajo la burocracia paralizante y estéril que no permite que las cosas cambien. Ellas, en su dolor, son el rostro de todos aquellos que, caminando por la ciudad, ven crucificada la dignidad.

En el rostro de estas mujeres, están muchos rostros, quizás encontramos tu rostro y el mío. Como ellas, podemos sentir el impulso a caminar, a no conformarnos con que las cosas tengan que terminar así. Es verdad, llevamos dentro una promesa y la certeza de la fidelidad de Dios. Pero también nuestros rostros hablan de heridas, hablan de tantas infidelidades, personales y ajenas, hablan de nuestros intentos y luchas fallidas. Nuestro corazón sabe que las cosas pueden ser diferentes pero, casi sin darnos cuenta, podemos acostumbrarnos a convivir con el sepulcro, a convivir con la frustración. Más aún, podemos llegar a convencernos de que esa es la ley de la vida, anestesiándonos con desahogos que lo único que logran es apagar la esperanza que Dios puso en nuestras manos. Así son, tantas veces, nuestros pasos, así es nuestro andar, como el de estas mujeres, un andar entre el anhelo de Dios y una triste resignación. No sólo muere el Maestro, con él muere nuestra esperanza.

«De pronto tembló fuertemente la tierra» (Mt 28,2). De pronto, estas mujeres recibieron una sacudida, algo y alguien les movió el suelo. Alguien, una vez más salió, a su encuentro a decirles: «No teman», pero esta vez añadiendo: «Ha resucitado como lo había dicho» (Mt 28,6). Y tal es el anuncio que generación tras generación esta noche santa nos regala: No temamos hermanos, ha resucitado como lo había dicho. «La vida arrancada, destruida, aniquilada en la cruz ha despertado y vuelve a latir de nuevo» (cfr R. Guardini, El Señor). El latir del Resucitado se nos ofrece como don, como regalo, como horizonte. El latir del Resucitado es lo que se nos ha regalado, y se nos quiere seguir regalando como fuerza transformadora, como fermento de nueva humanidad. Con la Resurrección, Cristo no ha movido solamente la piedra del sepulcro, sino que quiere también hacer saltar todas las barreras que nos encierran en nuestros estériles pesimismos, en nuestros calculados mundos conceptuales que nos alejan de la vida, en nuestras obsesionadas búsquedas de seguridad y en desmedidas ambiciones capaces de jugar con la dignidad ajena.

Cuando el Sumo Sacerdote y los líderes religiosos en complicidad con los romanos habían creído que podían calcularlo todo, cuando habían creído que la última palabra estaba dicha y que les correspondía a ellos establecerla, Dios irrumpe para trastocar todos los criterios y ofrecer así una nueva posibilidad. Dios, una vez más, sale a nuestro encuentro para establecer y consolidar un nuevo tiempo, el tiempo de la misericordia. Esta es la promesa reservada desde siempre, esta es la sorpresa de Dios para su pueblo fiel: alégrate porque tu vida esconde un germen de resurrección, una oferta de vida esperando despertar

Y eso es lo que esta noche nos invita a anunciar: el latir del Resucitado, Cristo Vive. Y eso cambió el paso de María Magdalena y la otra María, eso es lo que las hace alejarse rápidamente y correr a dar la noticia (cf. Mt 28,8). Eso es lo que las hace volver sobre sus pasos y sobre sus miradas. Vuelven a la ciudad a encontrarse con los otros.

Así como ingresamos con ellas al sepulcro, los invito a que vayamos con ellas, que volvamos a la ciudad, que volvamos sobre nuestros pasos, sobre nuestras miradas. Vayamos con ellas a anunciar la noticia, vayamos… a todos esos lugares donde parece que el sepulcro ha tenido la última palabra, y donde parece que la muerte ha sido la única solución. Vayamos a anunciar, a compartir, a descubrir que es cierto: el Señor está Vivo. Vivo y queriendo resucitar en tantos rostros que han sepultado la esperanza, que han sepultado los sueños, que han sepultado la dignidad. Y si no somos capaces de dejar que el Espíritu nos conduzca por este camino, entonces no somos cristianos.

Vayamos y dejémonos sorprender por este amanecer diferente, dejémonos sorprender por la novedad que sólo Cristo puede dar. Dejemos que su ternura y amor nos muevan el suelo, dejemos que su latir transforme nuestro débil palpitar.

sábado, 15 de abril de 2017

Reflexión entorno al Sábado Santo. Por Rodrigo Huerta Migoya

1 Pregoneros de la Pascua

Con el canto del Pregón Pascual o Exultet, no sólo hemos inaugurado el tiempo Pascual, sino que hemos actualizado la historia de la Salvación a través del antiguo testamento con Adán y el mar rojo hasta en el momento en que Cristo concluye su misión: nuestro rescate.
Muchas cosas nos presenta este antiquísimo texto del que ya tenemos noticias de su uso a finales del siglo IV: pedimos el gozo y la alegría en especial para la Iglesia; invocamos la misericordia de Dios, pero, sobre todo, proclamamos solemnemente que las ataduras de la muerte han sido destruidas. Claro y conciso, el pregón recapitula lo que Dios regaló a la humanidad la noche de Pascua:

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Necesario fue el pecado de Adán,
que ha sido borrado por la muerte de Cristo.
¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!

2 Hemos dejado atrás la esclavitud

Igual que el pueblo de Israel huyó al desierto en la noche pascual, también nosotros hemos dejado atrás nuestra vieja vida para asumir la nueva por el bautismo, que nos incorpora a Cristo. Bautismo que no es un lastre como algunos creen, sino una gracia única que como nos recuerda San Pablo, no nos da un espíritu que nos vuelve hacer esclavos bajo el sol sino que nos permite clamar: Abba, Padre.

Vivir tanto tiempo atados a algo no es fácil de cambiar de la noche a la mañana, por eso el pueblo de Israel, aunque soñaba con la libertad, una vez que la tuvo llegó a añorar la vida anterior. Nunca nos podemos quitar del todo esa tentación que nos empuja a conformarnos con las cebollas de Egipto por delante de la leche y la miel de la tierra prometida.

3 Tuyo es el tiempo y la eternidad. 

Con la bendición del Cirio se nos recuerda que Dios no tiene un tiempo, sino todo el tiempo del mundo porque todo el tiempo es de Dios. El Génesis nos dice cómo «en el principio», en nuestro principio... Él estaba ahí considerando que ese era nuestro momento. Jesús, al tomar la condición de hombre, aceptó todo lo que ello conllevaba, incluido el volverse temporal. Sin embargo, con su resurrección puso fin a esta realidad como indica el Apóstol en la epístola de hoy: «La muerte ya no tiene dominio sobre él». San Pablo ya había incidido en este tema de la atemporalidad de Jesús al indicar que Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre. También el mismísimo Señor nos lo afirmó por sus propios labios: «yo soy el alfa y la Omega, el principio y el fin». Al celebrar la Pascua no cumplimos con una efeméride de algo que ocurrió en el pasado y que es digno de recordar sino que festejamos de forma presente aquella noche santa de la resurrección, pudiendo mirar sin temor alguno a la lejana mañana de los tiempos. ¡Feliz y santa noche!

Reflexión en torno al Viernes Santo. Por Rodrigo Huerta Migoya

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1 La postración

El Viernes Santo es el día de mayor penitencia del año, por eso mantenemos la abstinencia que veníamos guardando en cuaresma; el sacramento de la penitencia es de los pocos que se puede celebrar en este día junto a la unción de enfermos y toda la liturgia del día hace hincapié en la austeridad, como por ejemplo en los cantos, la limitación instrumental o el ornato del templo.

Quisiera fijarme tan solo en el inicio de los oficios de la Pasión que comienzan con la postración del celebrante cuerpo en tierra; primer gesto penitencial que tiene lugar una vez realizada la inclinación profunda ante el Altar. Con este acto se nos quiere acercar a dos realidades clave, primero que el hombre se "humilla" ante Dios como hizo también el profeta Job al asentir lo poco que era: ''Pero yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo'' (Sal 22,6).

Y en segundo lugar la actitud de luto, pero a la vez orante de la Iglesia que espera en silencio -como María- que se cumplan las palabras de Jesús: "Destruid este templo, y en tres días lo reconstruiré" (Jn 2, 29).

También cada día del año la Iglesia Universal se despierta sintiendo y expresando esa necesidad de Dios que tenemos por nuestra fragilidad y "nada", así, en el invitatorio matutino cantamos: ''venid, postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor creador nuestro''. Y es que, ¿cómo no postrarnos cuanta tanta es la culpa que arrastramos sobre nuestro hombros?. Igualmente al comienzo de la cuaresma hemos recordado este deseo que hace suyo el profeta Joél: ''Lloren los sacerdotes entre el atrio y el altar; digan los servidores del Señor: Perdona, Señor, a tu pueblo...''


2 Los judíos en nuestra oración

En la oración universal hacemos nuestra, como siempre, pero en esta ocasión de una forma más solemne y amplia, las necesidades de nuestro mundo. Se trata de poner de relieve que por todos pide la Iglesia, incluidos los que no profesan nuestra fe o incluso la aborrecen. En este día en que actualizamos la entrega redentora del Salvador pedimos no sólo misericordia para nosotros, sino para tantos que no le conocen ni reconocen. Pedimos por toda la Iglesia, por la humanidad redimida, por los gobernantes, y, como no, por los que sufren en su cuerpo o en su espíritu compartiendo así los padecimientos del Hijo de Dios. Como tantas veces se nos ha dicho, con ello subrayamos el carácter universal de la pasión.

Una petición muy curiosa es la que hacemos por los judíos. Muchos ya ni lo recordarán, pero hasta el Concilio Vaticano II  la Oración Universal proclamaba en el Misal de Juan XXIII lo siguiente: Oremus et pro perfidis Judæis (oremos los pérfidos judíos). Hay una amplísima discusión sobre esta tema, unos opinan que era una falta de caridad mientras que expertos en lengua hebrea consideran que en su origen el apelativo "pérfidos" no tenía el sentido peyorativo que le daríamos años más tarde. Al restablecerse la Misa Tradicional fue el mismísimo Benedicto XVI quién modificó este detalle de la liturgia del Viernes Santo, de forma que la Liturgia Tradicional pudiese ser celebrada sin dañar al trabajo ecuménico. En concreto, en el reciente libro "Conversaciones con Peter Seewald" detalla de dónde se inspiró para el nuevo texto. Ahora bien, en el Misal de Pablo VI hace ya muchos años que se refería al pueblo judío como ''el primero a quién Dios habló desde antiguo por los profetas''. Guste o no, son nuestros hermanos mayores en la fe y eso no lo podemos negar.

3 El Evangelio de la Cruz 

El Papa Francisco a lo largo de este año nos ha regalado preciosas reflexiones en torno a esta realidad. Únicamente traigo tres a colación:

*La salvación solo viene de la Cruz, pero de esta Cruz que es Dios hecho carne.                                    
  Nos dice que el madero santo se nos presenta como llave, puente y camino para el cielo.

*La cruz es una llamada al amor con la que Jesús se ha sacrificado para salvarnos.

 Esto es el amor que supone darse, que cuesta, que implica olvidarse de uno.              

*La única salvación está en Cristo crucificado, porque solo Él, como la serpiente de bronce ha sido      capaz de tomar todo el veneno del pecado que nos ha sanado.

 La Cruz es el estandarte de la victoria de la batalla más grande de nuestra historia; la batalla que  condicionó nuestro destino ya encaminado a la gloria.

jueves, 13 de abril de 2017

Reflexión en torno al Jueves Santo. Por Rodrigo Huerta Migoya


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Jesucristo, Sacerdote de los sacerdotes

Antes de nacer Jesús ya había sacerdotes como bien refleja el libro del Éxodo, sin embargo, en la mesa del Jueves Santo el Señor vuelve a demostrarnos que Él hace nuevas todas las cosas, dando un sentido sublime al ministerio presbiteral. Antes de sentarse a la mesa lavó los pies a sus discípulos enseñándoles que el sacerdote no está para ser servido sino para servir. Pero aunque esto lo sabemos muy bien, a veces lo mal entendemos. Creemos que el sacerdote debe servirnos según gusto, complacencia o dando para bienes a todo; ante esto ya el Apóstol de Tarso decía: "¿Qué busco con ésto: ganarme la aprobación humana o la de Dios?" (Gal 1,10); y es que el ejemplo a imitar ya está trazado. Los fieles no son dueños de su sacerdote ni pueden exigirle que les atienda según sus criterios personales "o la carta", sino según Cristo que es quien nos los envía. También al respecto San Pablo matiza: "y todo lo que hagáis, hacedlo de buen ánimo, para el Señor, y no para los hombres" (Col 3, 23-24). El Maestro lavó y besó los pies a sus discípulos, a pesar de que a ellos no les gustaba la idea; igualmente hoy se palpa esta realidad en el quehacer cotidiano entre la grey y sus pastores. Dos gracias que en la última cena nos fueron legadas y que jamás seremos conscientes de su infinita grandeza: ese pan que se convierte en su cuerpo y la misión en la que hombres limitados entreguen su cuerpo para que Cristo se haga presente por medio de ellos y nos siga partiendo y repartiendo el alimento de la salvación.

Jesús, del establo al matadero

Cristo cumplió las condiciones que Dios había dado a Moisés y Aarón sobre la víctima pascual, pues se pedía que fuera una criatura ''sin defecto'', como recuerda la primera lectura del libro del Éxodo. He aquí que cuando hablamos de la humanidad del Mesías maticemos: ''semejante en todo a nosotros menos en el pecado''. Qué hermoso paralelismo del comienzo y el final de la vida terrena del Mesías: nace donde se crían los corderos como aquél establo en Belén, y es crufcificado -sacrificado en la Pascua- el tiempo en que se matan los corderos. El Dios cristiano se hace así «pelicano bueno», en palabras de Santo Tomás de Aquino, cual símil de esa criatura mitológica que se arranca su propia carne para dar alimento (esto es vida) a sus propios hijos.

Jesús, nuestro único alimento

Dentro de las eucaristías que celebramos a lo largo del año litúrgico vamos orando ante el Señor y con el Señor de tantas realidades que afectan a la vida del cristiano: la caridad, las vocaciones, los enfermos, la conciencia social, las misiones, la muerte de un ser querido… Si al salir de cada celebración tuviésemos que explicar que hemos celebrado, no podríamos decir otra cosa que "el Jueves Santo". Solemso decir: El Domund, el funeral de Pepe etc. ¿Y la Eucaristía? ¿No era realmente lo que nos convoca y estábamos viviendo?... Por desgracia es ya algo constatado que la Santa Misa hoy está siendo empleada de forma desnaturalizaa y como trampolín de tantas vanidades humanas como el virtuosismo musical, el plasma cultural, la proyección o el estatus social y tantas otras... Los cristianos hemos de luchar por preservar lo más grande que tenemos, también desde las múltiples maneras como podemos hacer: orando a la vez que acompañando al Señor no sólo en esta noche sino un rato cada día y ayudando a mantener el silencio en el templo. Participando y escuchando en la eucaristía, sea cual sea e motivo de la convocatoria. No sólo yendo a misa.

Escuchaba en esta cuaresma a un sacerdote de Avilés contando una de sus últimas experiencias en la Parroquia. Resultó que se dispuso a ir a ver a una feligresa que llevaba tiempo enferma, ya precavido de que igual le costaría poder comulgar llevó una partícula eucarística partida a la mitad para que la piadosa mujer pudiera recibir al Señor, a pesar de sus dificultades para tragar. Llegado el momento parecía que ya había comulgado cuando, de repente y sin querer, la escupió cayendo al suelo. El sacerdote que llevaba un purificador en la mano se agachó a recogerla, a lo que la hija de la pobre anciana salió al paso diciendo, ‘’no se preocupe, deme eso, que ya lo tiro yo a la basura’’. El sacerdote, atónito, exclamó: "¡de ninguna manera!". Guardó al Señor en el porta-viático de nuevo y al llegar a la parroquia lo metió en el Sagrario en un vaso de agua a la vez que oraba a Jesús allí presente. Esta es la realidad de nuestro mundo. Un mundo hambriento que no es capaz de reconocer siquiera el Maná más pleno que no llueve del cielo, sino del costado de Cristo entregado.